"Ningún arrojo se requiere para manifestarse en contra de la injusticia"
Emma Goldman, anarquista, activista, conferencista y agitadora feminista estaba en París en 1900. El Dr. Eugene Schmidt la invitó a una cena con él, con los escritores Oskar Panizza y Oscar Wilde. Entusiasmada por conocer a Wilde y Panizza a quienes admiraba, Goldman aceptó la invitación y se olvidó de una importante reunión de comité. La reunión con Panizza y Wilde no se hizo. Unos días más tarde fue a pasear con el Dr. Schmidt. Goldman describe en su autobiografía que defendió públicamente a Wilde en EE. UU.:
Durante nuestra caminata por Luxemburgo le conté al doctor acerca de mi indignación por la condena de Oscar Wilde. Yo alegué en contra de aquellos miserable hipócritas que lo sentenciaron. "¡Usted!" exclamó el doctor sorprendido, " ¿Por quée?, usted era tan solo una jovencita en aquel entonces. ¿Cómo se atrevió a defender en público a Oscar Wilde en la puritana sociedad estadounidense?". "¡Pamplinas!" replique; " Ningún arrojo se requiere para manifestarse en contra de la injusticia." "¿Injusticia?" repitió; "no se trataba de eso exactamente desde el punto de vista legal, quizás desde el psicológico.” El resto de la tarde la pasamos debatiendo en torno a la inversión de género, la perversión y la cuestión de la diversidad sexual. A pesar de lo mucho que reflexionaba el doctor sobre ese tema, no era libre en su enfoque, y yo suponía que estaba un poco escandalizado porque yo, una mujer joven, hablaba sin reservas de tema tabú.
Al comienzo del siglo XX, Goldman se hizo famosa por ser una oradora magnética en temas controversiales; los tópicos de sus exposiciones frecuentemente se las veían con violencia policíaca y el asedio para silenciarla. Cuando se expresó sobre la homosexualidad, sin embargo, la censura vino desde otro ángulo, sus propios compañeros anarquistas. En su autobiografía, Goldman relata su tour de conferencias en 1915.
Mi tour este año no estuvo intervenido por la policía hasta llegar a Portland, Oregón, aunque ciertos temas que traté fueron cualquier cosa menos dóciles: anti belicismo, la pelea entre Caplan y Schmidt, amor libre, control de la natalidad, y el tema más tabú de la sociedad, homosexualidad. Tampoco Anthony Comstock y sus puritanos trataron de silenciarme aunque abiertamente discutí los métodos contraceptivos delante de diferentes audiencias.
La censura vino de parte de mis camaradas porque trataba tales temas “antinaturales” como la homosexualidad. El anarquismo ya era suficientemente malentendido y considerado depravado; era inadmisible añadirle ideas falsas al tratar formas sexuales pervertidas, arguyeron. Porque creo en la libertad de opinión, incluso en mi contra: les di la misma importancia a mis censores que la que le doy a los enemigos. De hecho, la censura de mis compañeros me volvió más segura de mi misma y tuvo el mismo efecto que la persecución policial: me volvió más decidida para defender a cada víctima contra el mal social o la moral de prejuicio.
Los varones y las mujeres que venían a verme a mis conferencias sobre la homosexualidad, y que me confiaban su angustia, y aislamiento, eran usualmente de un grano más fino que aquellxs que me expulsaban. La mayoría de ellxs han llegado a un entendimiento más adecuado de su diferencia luego de años de luchar contra la idea de enfermedad o una aflicción vergonzosa…
Para mi el anarquismo no era solo una teoría en el futuro distante, sino una influencia viva para liberarnos de nuestras inhibiciones, internas y externas, y de las barreras destructivas que separan a los seres humanos entre ellxs.
En 1923, un artículo de Emma Goldman apareció en el Anuario de Los Tipos Sexuales Intermedios (Sexual Intermediate Types), publicado por el Comité de Ciencia Humanitaria de Alemania, llevado adelante por las organizaciones de derechos de los homosexuales. El artículo de Goldman era una respuesta a Karl von Levetzow sobre el supuesto lesbianismo de Louise Michel, una carismática luchadora francesa que murió en 1905. El ensayo de Goldman tiene la forma de una carta fechada en Berlín, Marzo de 1923 y constituye una discusión crítica pro-homosexual y una defensa que trataba de mostrar la valía y el talento de famosas figuras históricas que se orientaban al amor por su mismo sexo- como una respuesta al retrato negativo por completo y mas difundido de los homosexuales.
Estimado Dr. Hirschfeld:
Estoy al tanto de sus grandes trabajos sobre psicología sexual hace ya varios años. Lo admiro profundamente por sus intervenciones valientes por los derechos de aquellas personas que no están en posición de expresar sus sentimientos sexuales porque no son lo que usualmente se llama “normal”. Ahora que he tenido el placer de conocerlo en persona y observar sus esfuerzos, siento más la impresión de su personalidad y espíritu que lo guía en esta difícil empresa. Su disposición de ofrecerme su publicación para presentar una crítica contra el ensayo de Herr von Levetzow sobre la supuesta homosexualidad de Louise Michel, es una prueba- como su hiciera falta una prueba –de que es usted un hombre con un profundo sentido de la justicia e interesado solo en la verdad…
... si Louise Michel alguna vez hubiera manifestado cualquier tipo de sentimiento sexual en todas las relaciones con la gente que amó, yo ciertamente sería la última en buscar limpiarla de su “estigma”. Es una tragedia que la gente de diferente sexo quede atrapada en un mundo que muestra tan poca comprensión a lxs homosexuales, y es tan indiferente a las varias gradaciones y variantes de género y su gran significado en la vida. Lejos de mi buscar evaluar a esa gente como inferior, menos moral, incapaz de sentimientos más elevados o de acciones más elevados. Yo soy la última persona a la cual se le ocurriría “proteger” a Louise Michel, mi maestra y compañera, del cargo de homosexualidad. El servicio a la humanidad de Louise Michel y su gran trabajo social por la liberación no pueden ser ni expandidos ni reducidos cualquiear sean sus hábitos sexuales.
Años atrás, no sabía nada de psicología social y mi único acercamiento a la homosexualidad se limitaba a algunas mujeres que conocí en prisión (donde permanecí por mis convicciones políticas). Hablé a favor de Oscar Wilde no sin dudas. Como anarquista, mi lugar siempre fue estar del lado de la persona perseguida. La persecución y sentencia de Wilde me golpeó como un acto de cruel injusticia y repulsiva hipocresía de parte de la sociedad. Por esa sola razón me levanté a su favor.
Más tarde llegué a Europa y conocí los trabajos de Havelock Ellis, Krafft-Ebing, Carpenter, entre otros, que me hicieron darme cuenta del terrible crimen en contra de Oscar Wilde y otros como él. De allí en más, defendí por escrito y oralmente a aquellos de naturaleza diferente acerca de sus sentimientos sexuales y necesidades….
De todo eso, los lectores podrán reconocer que cualquier tipo de prejuicio o antipatía a los homosexuales es completamente ajeno a mi. ¡Por el contrario! Entre mis amigos varones y mujeres, homosexuales o bisexuales. Encuentro a estas personas mucho más elevadas en cuanto a su inteligencia, habilidad, sensibilidad, y encanto que el promedio. Empatizo profundamente con ellos, puesto que sé que su sufrimiento es mucho más complejo y mucho peor que el de la gente común. Pero existe entre muchxs homosexuales una perspectiva intelectual que yo debo seriamente desafiar. Me refiero a la práctica de suponer que cada personalidad prominente posible fuera la suya propia, y atribuir sus propios sentimientos y personalidades a todxs ellxs.
… Sin querer ofender a Herr von Levetzow, debo decir que … está relacionado con la concepción de la esencia femenina. El ve en la mujer un ser creado por naturaleza para deleitar al varón y tener hijxs, una figura domestica, esclava de la casa. Cualquier mujer que falle en cumplir con estos requerimientos femeninos clisé es considerada rápidamente lesbiana…
La mujer moderna no trasciende solo por ser amada por un varón, busca entendimiento y camaradería, quiere ser tratada como ser humano y no simple objeto sexual de gratificación. Y como usualmente el varón no puede darle eso, se va con sus hermanas.
Yo deseo ver el retrato de Louise Michel como fue realmente: una mujer extraordinaria, una pensadora significativa, un espíritu profundo. Representó el nuevo tipo de mujer que es tan viejo como la raza, con un alma permanentemente a tono con la humanidad. En una palabra, Louise Michel fue una mujer completa, libre de prejuicios y de tradiciones que por siglos mantuvieron a las mujeres en cadenas y las degradaron a esclavas del hogar y objetos sexuales. La nueva mujer celebrada por la resurrección en la figura de Louise, es capaz de hazañas heroicas llenas de pasión y amor.
traducción por Proyectil Fetal
Durante nuestra caminata por Luxemburgo le conté al doctor acerca de mi indignación por la condena de Oscar Wilde. Yo alegué en contra de aquellos miserable hipócritas que lo sentenciaron. "¡Usted!" exclamó el doctor sorprendido, " ¿Por quée?, usted era tan solo una jovencita en aquel entonces. ¿Cómo se atrevió a defender en público a Oscar Wilde en la puritana sociedad estadounidense?". "¡Pamplinas!" replique; " Ningún arrojo se requiere para manifestarse en contra de la injusticia." "¿Injusticia?" repitió; "no se trataba de eso exactamente desde el punto de vista legal, quizás desde el psicológico.” El resto de la tarde la pasamos debatiendo en torno a la inversión de género, la perversión y la cuestión de la diversidad sexual. A pesar de lo mucho que reflexionaba el doctor sobre ese tema, no era libre en su enfoque, y yo suponía que estaba un poco escandalizado porque yo, una mujer joven, hablaba sin reservas de tema tabú.
Al comienzo del siglo XX, Goldman se hizo famosa por ser una oradora magnética en temas controversiales; los tópicos de sus exposiciones frecuentemente se las veían con violencia policíaca y el asedio para silenciarla. Cuando se expresó sobre la homosexualidad, sin embargo, la censura vino desde otro ángulo, sus propios compañeros anarquistas. En su autobiografía, Goldman relata su tour de conferencias en 1915.
Mi tour este año no estuvo intervenido por la policía hasta llegar a Portland, Oregón, aunque ciertos temas que traté fueron cualquier cosa menos dóciles: anti belicismo, la pelea entre Caplan y Schmidt, amor libre, control de la natalidad, y el tema más tabú de la sociedad, homosexualidad. Tampoco Anthony Comstock y sus puritanos trataron de silenciarme aunque abiertamente discutí los métodos contraceptivos delante de diferentes audiencias.
La censura vino de parte de mis camaradas porque trataba tales temas “antinaturales” como la homosexualidad. El anarquismo ya era suficientemente malentendido y considerado depravado; era inadmisible añadirle ideas falsas al tratar formas sexuales pervertidas, arguyeron. Porque creo en la libertad de opinión, incluso en mi contra: les di la misma importancia a mis censores que la que le doy a los enemigos. De hecho, la censura de mis compañeros me volvió más segura de mi misma y tuvo el mismo efecto que la persecución policial: me volvió más decidida para defender a cada víctima contra el mal social o la moral de prejuicio.
Los varones y las mujeres que venían a verme a mis conferencias sobre la homosexualidad, y que me confiaban su angustia, y aislamiento, eran usualmente de un grano más fino que aquellxs que me expulsaban. La mayoría de ellxs han llegado a un entendimiento más adecuado de su diferencia luego de años de luchar contra la idea de enfermedad o una aflicción vergonzosa…
Para mi el anarquismo no era solo una teoría en el futuro distante, sino una influencia viva para liberarnos de nuestras inhibiciones, internas y externas, y de las barreras destructivas que separan a los seres humanos entre ellxs.
En 1923, un artículo de Emma Goldman apareció en el Anuario de Los Tipos Sexuales Intermedios (Sexual Intermediate Types), publicado por el Comité de Ciencia Humanitaria de Alemania, llevado adelante por las organizaciones de derechos de los homosexuales. El artículo de Goldman era una respuesta a Karl von Levetzow sobre el supuesto lesbianismo de Louise Michel, una carismática luchadora francesa que murió en 1905. El ensayo de Goldman tiene la forma de una carta fechada en Berlín, Marzo de 1923 y constituye una discusión crítica pro-homosexual y una defensa que trataba de mostrar la valía y el talento de famosas figuras históricas que se orientaban al amor por su mismo sexo- como una respuesta al retrato negativo por completo y mas difundido de los homosexuales.
Estimado Dr. Hirschfeld:
Estoy al tanto de sus grandes trabajos sobre psicología sexual hace ya varios años. Lo admiro profundamente por sus intervenciones valientes por los derechos de aquellas personas que no están en posición de expresar sus sentimientos sexuales porque no son lo que usualmente se llama “normal”. Ahora que he tenido el placer de conocerlo en persona y observar sus esfuerzos, siento más la impresión de su personalidad y espíritu que lo guía en esta difícil empresa. Su disposición de ofrecerme su publicación para presentar una crítica contra el ensayo de Herr von Levetzow sobre la supuesta homosexualidad de Louise Michel, es una prueba- como su hiciera falta una prueba –de que es usted un hombre con un profundo sentido de la justicia e interesado solo en la verdad…
... si Louise Michel alguna vez hubiera manifestado cualquier tipo de sentimiento sexual en todas las relaciones con la gente que amó, yo ciertamente sería la última en buscar limpiarla de su “estigma”. Es una tragedia que la gente de diferente sexo quede atrapada en un mundo que muestra tan poca comprensión a lxs homosexuales, y es tan indiferente a las varias gradaciones y variantes de género y su gran significado en la vida. Lejos de mi buscar evaluar a esa gente como inferior, menos moral, incapaz de sentimientos más elevados o de acciones más elevados. Yo soy la última persona a la cual se le ocurriría “proteger” a Louise Michel, mi maestra y compañera, del cargo de homosexualidad. El servicio a la humanidad de Louise Michel y su gran trabajo social por la liberación no pueden ser ni expandidos ni reducidos cualquiear sean sus hábitos sexuales.
Años atrás, no sabía nada de psicología social y mi único acercamiento a la homosexualidad se limitaba a algunas mujeres que conocí en prisión (donde permanecí por mis convicciones políticas). Hablé a favor de Oscar Wilde no sin dudas. Como anarquista, mi lugar siempre fue estar del lado de la persona perseguida. La persecución y sentencia de Wilde me golpeó como un acto de cruel injusticia y repulsiva hipocresía de parte de la sociedad. Por esa sola razón me levanté a su favor.
Más tarde llegué a Europa y conocí los trabajos de Havelock Ellis, Krafft-Ebing, Carpenter, entre otros, que me hicieron darme cuenta del terrible crimen en contra de Oscar Wilde y otros como él. De allí en más, defendí por escrito y oralmente a aquellos de naturaleza diferente acerca de sus sentimientos sexuales y necesidades….
De todo eso, los lectores podrán reconocer que cualquier tipo de prejuicio o antipatía a los homosexuales es completamente ajeno a mi. ¡Por el contrario! Entre mis amigos varones y mujeres, homosexuales o bisexuales. Encuentro a estas personas mucho más elevadas en cuanto a su inteligencia, habilidad, sensibilidad, y encanto que el promedio. Empatizo profundamente con ellos, puesto que sé que su sufrimiento es mucho más complejo y mucho peor que el de la gente común. Pero existe entre muchxs homosexuales una perspectiva intelectual que yo debo seriamente desafiar. Me refiero a la práctica de suponer que cada personalidad prominente posible fuera la suya propia, y atribuir sus propios sentimientos y personalidades a todxs ellxs.
… Sin querer ofender a Herr von Levetzow, debo decir que … está relacionado con la concepción de la esencia femenina. El ve en la mujer un ser creado por naturaleza para deleitar al varón y tener hijxs, una figura domestica, esclava de la casa. Cualquier mujer que falle en cumplir con estos requerimientos femeninos clisé es considerada rápidamente lesbiana…
La mujer moderna no trasciende solo por ser amada por un varón, busca entendimiento y camaradería, quiere ser tratada como ser humano y no simple objeto sexual de gratificación. Y como usualmente el varón no puede darle eso, se va con sus hermanas.
Yo deseo ver el retrato de Louise Michel como fue realmente: una mujer extraordinaria, una pensadora significativa, un espíritu profundo. Representó el nuevo tipo de mujer que es tan viejo como la raza, con un alma permanentemente a tono con la humanidad. En una palabra, Louise Michel fue una mujer completa, libre de prejuicios y de tradiciones que por siglos mantuvieron a las mujeres en cadenas y las degradaron a esclavas del hogar y objetos sexuales. La nueva mujer celebrada por la resurrección en la figura de Louise, es capaz de hazañas heroicas llenas de pasión y amor.
traducción por Proyectil Fetal
2 comentarios:
Excelente post, muy valiente Emma Goldmann y muy cierto, necesitamos mas personas libres de prejuicios
Saludos
gracias.
y sí, seguimos necesitando esa clase de personas porque, lamentablemente, desde 1923 hasta esta parte todavía hay que insistir con algunos tópicos básicos, aun entre quienes se consideran libres de prejuicios...
"lxs carcelerxs están en todos lados, como los sueños de libertad"
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