viernes, 30 de enero de 2009

sexualidades


Un texto bastante pedagógico del sociólogo galés Weeks, que si bien no es lo más jugado que ha escrito (tiene, en el mismo libro de donde se recorta este capítulo, discusiones más interesantes con cierta izquierda presuntamente radical y algunos feminismos sobre diversidad, relaciones intergeneracionales, porno, falsa moralidad, etc.). Especialmente dedicado para esxs que tienen sus sexualidades tan "resueltas".
Jeffrey Weeks:LA CONSTRUCCION SOCIAL DE LA SEXUALIDAD
La expresión generalmente utilizada de “construcción social de la sexualidad” suena dura y mecanicista, pero en realidad es un asunto bastante directo y comprende “las maneras múltiples e intrincadas en que nuestras emociones, deseos y relaciones son configurados por la sociedad en que vivimos”. (1)
En la práctica, la mayoría de los que escriben sobre nuestro pasado sexual suponen que el sexo es una energía natural irresistible apenas controlada por una delgada corteza de civilización. Para Malinowski:
El sexo es un instinto muy poderoso (…) no cabe duda de que los celos masculinos, la modestia sexual, la timidez femenina, el mecanismo de atracción sexual y el galanteo, todas esas fuerzas y condiciones hicieron necesario que, aún en los grupos humanos más primitivos, existieran medios potentes para reglamentar, suprimir y dirigir este instinto.
El “sexo”, como dijo en otro trabajo, “es verdaderamente peligroso” y es el origen de la mayor parte de los problemas humanos a partir de Adán y Eva. (2)
En estas palabras todavía resuenan los ecos de la visión de Krafft-Ebing a fines del siglo XIX, según la cual el sexo es un instinto todopoderoso que exige cumplimiento, contra lo que proclaman la moral, las creencias y las restricciones sociales. Pero incluso los historiadores académicos más ortodoxos hablan un lenguaje bastante parecido. Lawrence Stone, por ejemplo, en The Family, Sex and Marriage , sensatamente rechaza la idea de que “el ello” (la energía del subconsciente freudiano) es el impulso más fuerte e invariable. Sugiere que los cambios en la ingesta de proteínas, la dieta, el esfuerzo físico y la tensión psíquica tienen efectos sobre la organización del sexo. Sin embargo, sigue hablando del “superego” (nuestro sistema interiorizado de valores), que a veces reprime y a veces libera el impulso sexual, y que elocuentemente reproduce el muy viejo cuadro tradicional. (3)
Estos enfoques suponen que el sexo presenta un “mandato biológico” básico que presiona contra la matriz cultural y debe ser restringido por ella. Esto es lo que quiero decir cuando hablo de enfoque esencialista de la sexualidad. Adopta muchas formas. Los teóricos liberadores como Reich y Marcase tienden a considerar el sexo como una fuerza benéfica que está reprimida por una civilización corrupta. Los sociobiólogos contemporáneos, por su parte, consideran todas las formas sociales como, de alguna manera no especificada, emanaciones de material genético básico. Sin embargo, todos parten de un estado de naturaleza que proporciona la materia prima que debe usarse para la comprensión de lo social. Contra todos esos argumentos quiero subrayar que la sexualidad está configurada por fuerzas sociales. Y lejos de ser el elemento más natural en la vida social, el que más se resiste a la modelación cultural, es tal vez uno de los más susceptibles a la organización. De hecho, yo diría incluso que la sexualidad sólo existe a través de sus formas sociales y su organización social. Además, las fuerzas que configuran y modelan las posibilidades eróticas del cuerpo varían de una sociedad a otra. “La socialización sexual –han escrito Ellen Ross y Rayner Rapp- no esmeros específica para cada cultura de lo que es la socialización en el ritual, en el vestido o la cocina.” (4) Esta afirmación pone el acento firmemente donde corresponde: en la sociedad y en las relaciones sociales más que en la naturaleza.
No quiero negar la importancia de la biología. La fisiología y la morfología del cuerpo proporcionan las condiciones previas para la sexualidad humana. La biología condiciona y limita lo que es posible. Pero no es la causa de las formas de vida sexual. No podemos reducir la conducta humana al funcionamiento misterioso del ADN o a lo que dos escritores contemporáneos denominaron “la danza de los cromosomas” (5). Prefiero ver en la biología una serie de potenciales que se transforman y adquieren significado sólo en las relaciones sociales. La conciencia y la historia humanas son fenómenos muy complejos.
Esta postura teórica tiene muchas raíces: la sociología y la antropología del sexo, la revolución psicoanalítica y la nueva historia social. Pero a pesar de estos puntos de partida dispares, adquiere cohesión en torno a varios supuestos comunes. En primer lugar, hay un rechazo general del sexo como un reino autónomo, un campo natural con efectos específicos, una energía rebelde controlada por lo social. Ya no podemos hablar de “el sexo” y “la sociedad” como si fuesen campos separados. En segundo lugar, hay un amplio reconocimiento de la variabilidad social de formas, creencias, ideologías y conductas sexuales. La sexualidad tiene una historia o, de manera más realista, muchas historias, cada una de las cuales debe comprenderse en su singularidad y como parte de un esquema intrincado. En tercer lugar, debemos abandonar la idea de que podemos comprender fructíferamente la historia de la sexualidad como una dicotomía entre presión y desahogo, represión y liberación. La sexualidad no es una olla de vapor que debemos tapar porque nos puede destruir; tampoco es una fuerza vital que debemos liberar para salvar nuestra civilización. Más bien debemos cobrar conciencia de que la sexualidad es algo que la sociedad produce de manera compleja. Es un resultado de distintas prácticas sociales que dan significado a las actividades humanas, de definiciones y autodefiniciones, de luchas entre quienes tienen el poder para definir y reglamentar contra quienes se resisten. La sexualidad no es un hecho dado, es un producto de negociación, lucha y acción humanas.
Nada es sexual, ha señalado Plummer, pero el hecho de nombrarlo hace que lo sea (6). Si tal es el caso, debemos movernos con cautela al aplicar nuestras definiciones occidentales a otras culturas. Varían enormemente la significación atribuida a la sexualidad y las actitudes ante las diversas manifestaciones de la vida erótica. Algunas sociedades muestran tan poco interés en la actividad erótica que han sido llamadas más o menos “asexuales” (7). Las culturas islámicas, por el contrario, han desarrollado una visión lírica del sexo con intentos permanentes por integrar lo religioso a lo sexual. Bouhdiba escribe acerca de “la legitimidad radical de la práctica de la sexualidad” en el mundo islámico, siempre y cuando no sea homosexual, ya que esto es “violentamente condenado” por el Islam (8). El Occidente cristiano, de manera notable, ha visto en el sexo un terreno de angustia y conflicto moral, y ha erigido un dualismo duradero entre el espíritu y la carne, la mente y el cuerpo. Esto ha dado como resultado inevitable una configuración cultural que repudia el cuerpo a la vez que muestra una preocupación obsesiva por él.
Dentro de los amplios parámetros de las actitudes culturales generales, cada cultura clasifica distintas prácticas como apropiadas o inapropiadas, morales o inmorales, saludables o pervertidas. La cultura occidental sigue definiendo la conducta apropiada con base en una gama limitada de actividades aceptables. El matrimonio monógamo entre compañeros de edad más o menos igual pero género diferente sigue siendo la norma (aunque, desde luego, no necesariamente la realidad) y, a pesar de muchos cambios, la puerta aceptada para entrar a la edad adulta y a la actividad sexual. Por su parte, la homosexualidad sigue arrastrando su pesada herencia de tabú. Aunque hoy se acepte a los homosexuales –ha señalado Dennos Altman-, no se acepta la homosexualidad, y en un ambiente en que una enfermedad como el sida puede provocar un pánico en la prensa acerca del estilo de vida de los gays , esto parece ser cierto (9). Otras culturas no han considerado necesario expresar tal mandato. Los antropólogos Ford y Beach encontraron que sólo 15% de 185 sociedades diferentes estudiadas restringían las relaciones sexuales a una sola pareja. Las cifras de Kinsey indicaban que bajo una uniformidad superficial, las prácticas occidentales son igualmente variadas: en su encuesta de la década de 1940, 50% de los hombres y 26% de las mujeres habían tenido relaciones extramaritales hacia los cuarenta años (10).
El matrimonio no es inevitablemente heterosexual: entre los nuer, las mujeres mayores “se casan” con mujeres más jóvenes (11). Tampoco la homosexualidad es un tabú universal. Hay diversas formas de homosexualidad institucionalizada, desde los ritos de pubertad en algunas tribus africanas, hasta las relaciones pedagógicas entre hombres mayores y jóvenes (como en la Grecia antigua) o las parejas de travestis ( las berdache ) entre los indios estadounidenses, integradas al grupo social (12).
En Occidente aún definimos las normas del sexo en relación con uno de los resultados posibles: la reproducción. Durante largos siglos de dominio cristiano, era la única justificación para las relaciones sexuales. Sin embargo, otras culturas en ocasiones ni siquiera han vinculado la cópula con la procreación. Algunas sociedades sólo reconocen la función del padre, otras la de la madre. Los habitantes de la isla de Trobriand investigados por Malinowski no veían ninguna conexión entre acto sexual y reproducción. Sólo después de que el espíritu niño entraba a la matriz, el coito adquiría alguna significación para ellos, ya que éste moldeaba el carácter del futuro bebé (13).
Cada cultura establece lo que Plumier llama “restricciones de quién” y “restricciones de cómo”. Las “restricciones de quién” tienen que ver con las parejas, su género, especie, edad, parentesco, raza, casta o clase, y limitan a quién podemos aceptar como pareja. Las “restricciones de cómo” tienen que ver con los órganos que usamos, los orificios que se pueden penetrar, el modo de la relación sexual y de coito: qué podemos tocar, cuándo podemos tocar, con qué frecuencia, y así sucesivamente (14). Estas reglamentaciones tienen muchos aspectos: formales e informales, legales y extralegales. Tienden a no corresponder de manera indiferenciada a la totalidad de la sociedad. Por ejemplo, suele haber distintas reglas para hombres y mujeres, configuradas de manera que la sexualidad de las mujeres queda subordinada a la de los hombres. Estas reglas con frecuencia son más aceptables como normas abstractas que como guías prácticas. Pero determinan los permisos, las prohibiciones, los límites y las posibilidades a través de las cuales se construye la vida erótica.
Cinco grandes áreas destacan como particularmente importantes en la organización social de la sexualidad: parentesco y sistemas familiares, organización social y económica, reglamentación social, intervenciones políticas y el desarrollo de “culturas de resistencia”.
Parentesco y sistemas familiares
Éstas parecen ser las formas básicas y más invariables de todas, sobre todo el enfoque “natural” de la socialización y la experiencia sexuales. El tabú del incesto, es decir, la prohibición del involucramiento sexual dentro de ciertos grados de parentesco, parece ser una ley universal, y según suele decirse, marca el paso del estado natural al de la sociedad humana: es constitutivo de la cultura (también es la base de nuestro mito más constante, el de Edipo). Sin embargo, las formas del tabú varían enormemente. En las tradiciones cristianas medievales se prohibía el matrimonio hasta el séptimo grado de parentesco. Hoy en día, se permite el matrimonio entre primos hermanos. En el Egipto de los faraones se permitía el matrimonio entre hermanos y, en algunos casos, también entre padre e hija, con el fin de preservar la pureza del linaje real (15). La existencia del tabú del incesto ilustra la necesidad que tienen todas las sociedades de reglamentar el sexo, pero no la manera como ha de hacerse. Incluso los “parentescos de sangre” deben interpretarse a través del cedazo de la cultura.
La verdad es que los vínculos de parentesco no son vínculos naturales de la sangre, sino relaciones sociales entre grupos, con frecuencia basados en afinidades residenciales y hostiles a afinidades genéticas. Marshall Sahlins ha dicho:
Las concepciones humanas de parentesco pueden estar tan lejos de la biología que excluyen de la categoría de “pariente cercano” a todos salvo a una pequeña fracción de los parientes genealógicos de una persona, mientras que al mismo tiempo incluyen en esa categoría, como de la misma sangre, a gente relacionada de manera muy distante o también a extraños. Entre estos extraños (genéticamente) pueden estar los hijos propios (culturalmente) (16).
Quién decidimos que es pariente y qué describimos como “la familia” son hechos que dependen claramente de varios factores históricos. Hay muchas formas familiares, sobre todo dentro de las sociedades occidentales industrializadas: entre distintas clases y entre diferentes grupos geográficos, religiosos, raciales y étnicos. Los esquemas familiares se configuran y reconfiguran por factores económicos, reglas de herencia, intervenciones del Estado para reglamentar el matrimonio y el divorcio o mantener a la familia mediante la asistencia social o políticas de impuestos. Todo esto afecta los esquemas probables de vida sexual: fomenta o desalienta la tasa de matrimonios, la edad del matrimonio, la incidencia de la reproducción, las actitudes ante el sexo no procreativo o no heterosexual y el poder relativo de hombres sobre mujeres, entre otros aspectos. Estos factores son importantes de por sí. Pero se vuelven doblemente importantes porque en la cultura occidental la familia es el sitio en el que la mayoría de nosotros adquirimos algún sentido de nuestras necesidades e identidades sexuales individuales y, según el psicoanálisis, es donde se organizan nuestros deseos desde la primera infancia. De modo que para comprender la sexualidad tenemos que comprender mucho más que el sexo: tenemos que comprender las relaciones en las que suele ocurrir.
Organización económica y social
Como he dicho, las familias en sí no son entidades naturales autónomas. Están configuradas por relaciones sociales más amplias. Los esquemas domésticos pueden verse modificados por fuerzas económicas, por las divisiones de clase que surgen como resultado del cambio económico, por el grado de urbanización y el rápido cambio industrial y social (17). En el pasado, y probablemente también en el presente, las migraciones laborales han afectado los esquemas de galanteo y han contribuido a dictar la incidencia de tasas de ilegitimidad. La proletarización de la población rural en Inglaterra a principios del siglo XIX contribuyó al surgimiento masivo de la ilegitimidad durante esa época, dado que los viejos esquemas de galanteo se derrumbaron debido a los trastornos económicos e industriales: fue un caso de “frustración de matrimonio” más que una revolución sexual consciente. Las condiciones de trabajo pueden configurar la vida sexual. Un buen ejemplo de ello se encuentra en los documentos de las décadas de 1920 y 1930 en los que se afirma que las mujeres que trabajaban en fábricas solían conocer mucho mejor los métodos de control artificial de la natalidad y, por lo tanto, limitaban el tamaño de su familia mucho más que las mujeres que sólo trabajaban en el hogar o en el servicio doméstico (18).
Las relaciones entre hombres y mujeres se ven afectadas constantemente por los cambios en las condiciones económicas. La participación cada vez mayor de las mujeres casadas en la fuerza de trabajo asalariada durante las décadas de 1950 y 1960 inevitablemente afectó los esquemas de vida doméstica. También impulsó un auge consumista que fue una de las condiciones previas para el surgimiento de nuevos mercados para artículos sexuales en la generación pasada. La sexualidad no está determinada por el modo de producción, pero los ritmos de la vida económica proporcionan las condiciones básicas y los límites últimos para la organización de la vida sexual.
Reglamentación social
Si bien la vida económica establece algunos de los ritmos fundamentales, las formas reales de reglamentación de la sexualidad tienen una autonomía considerable. Los métodos formales para reglamentar la vida sexual varían según las épocas, dependiendo de la importancia de la religión, la función variable del Estado, la existencia o no de un consenso moral que reglamente los esquemas del matrimonio, las tasas de divorcio y la incidencia de la no ortodoxia sexual. Uno de los cambios más importantes de los últimos cien años ha sido que las iglesias se han alejado de la reglamentación moral y se ha dado un modo más laico de organización a través de la medicina, la educación, la psicología, el trabajo social y las prácticas de asistencia social. También es importante reconocer que los efectos de estas acciones no necesariamente están predeterminados. En no pocas ocasiones la vida sexual se modifica por las consecuencias no deliberadas de la acción social tanto como por la intención de sus autores. Las leyes que prohíben la aparición de publicaciones obscenas suelen conducir a juicios que acaban haciéndoles publicidad. Prohibir las películas eróticas les da una fama que tal vez de otra manera no merecerían. Y, hablando de temas más serios, las leyes diseñadas para controlar la conducta de algunos grupos de personas pueden en realidad provocar un mayor sentido de identidad y cohesión entre ellos. Esto parece lo que sucedió cuando se deputaron las leyes relacionadas con la homosexualidad masculina a fines del siglo XIX (19).
Pero no sólo los métodos formales configuran la sexualidad; hay muchos esquemas informales y consuetudinarios que son igualmente importantes. Las formas tradicionales de reglamentación del galanteo adolescente pueden ser medios fundamentales de control social. Es muy difícil romper con el consenso de la comunidad en que uno vive o del grupo de compañeros en la escuela, y esto es tan cierto hoy como lo fue en las sociedades preindustriales. Un lenguaje de abuso sexual (“chica fácil” y “golfa”) funciona para mantener en orden a las muchachas y para reforzar las distinciones convencionales entre las que lo hacen y las que no. Tales métodos informales, reforzados por los que se adhieren estrictamente a las reglas, suelen producir, según las normas contemporáneas, diversas manifestaciones extravagantes de conducta sexual. Un ejemplo de ello está en la forma tradicional de galanteo hasta el siglo XIX en algunas partes de Inglaterra y Gales, conocida como bundling , que incluía ritos íntimos de juegos sexuales en la cama, pero con la ropa puesta. Más cerca de nuestra época podemos encontrar el fenómeno igualmente exótico del besuqueo, que depende de la idea de que si bien el coito en público es tabú, pueden emprenderse otras formas de juego íntimo que no están definidas como el acto sexual. Kinsey señaló a principios de los años cincuenta que:
A los viajeros extranjeros a veces les asombra la abierta exhibición de actividades tan obviamente eróticas (…). Es cada vez más frecuente observar el besuqueo en medios de transporte tan públicos como autobuses, tranvías y aviones. Los otros pasajeros han aprendido a ignorar tales actividades si se realizan con alguna discreción. A veces se llega al orgasmo con el besuqueo que ocurre en esos lugares públicos (20).
En estos fenómenos hay reglas complejas implícitas, aunque sólo semiconscientes, que limitan lo que puede y lo que no puede hacerse. Métodos informales de reglamentación como éstos pueden tener efectos sociales importantes, por ejemplo, limitar los embarazos ilegítimos. En el pasado, con frecuencia han sido impuestos mediante prácticas tradicionales de avergonzamiento, rituales de humillación y burla públicos –algunos ejemplos son la “cencerrada” y la “música turbulenta”- que sirven para reforzar las normas de la comunidad.
Intervenciones políticas
Estos métodos formales e informales de control existen dentro de un marco político que va cambiando. El equilibrio de las fuerzas políticas en un momento dado puede determinar el grado de control legislativo o la intervención moral en la vida sexual. El clima social general proporciona el contexto en que algunos asuntos adquieren más importancia que otros. La existencia de “líderes de opinión” hábiles, capaces de articular y hacer surgir corrientes incipientes de opinión, puede ser decisiva para hacer que se cumpla la legislación existente o para idear una nueva. El éxito reciente de la nueva derecha en Estados Unidos para lograr que se estableciera un programa de conservadurismo sexual, movilizando a la sociedad contra los liberales y/o desviados sexuales, ejemplifica las posibilidades de movilización política en torno al sexo.
Culturas de Resistencia
Pero la historia de la sexualidad no es una simple historia de control; también es una historia de oposición y resistencia frente a los códigos morales. Las formas de reglamentación moral hacen surgir culturas de resistencia. Un ejemplo excelente de éstas se encuentra en las redes de información de mujeres acerca de los métodos de control de la natalidad, sobre todo del aborto. Como ha dicho Angus Aclaren: “Al estudiar las ideas sobre el aborto, se pueden vislumbrar aspectos de una cultura sexual femenina distinta, que apoya la independencia y la autonomía de las mujeres respecto de médicos, moralistas y esposos”.
La historia de esta sabiduría paralela es muy larga. Un ejemplo clásico se encuentra en el diseminado uso del compuesto de plomo a fines del siglo XIX y principios del XX en la región central de Inglaterra. Ampliamente utilizado como antiséptico, accidentalmente se descubrió que también servía para inducir el aborto, y hay pruebas de que fue empleado como profiláctico por mujeres de la clase obrera hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial (21).
Podemos encontrar otros ejemplos de resistencia cultural en el surgimiento de las subculturas y redes establecidas por minorías sexuales. A través de la historia de Occidente se observa una larga historia de subculturas de homosexualidad masculina, manifiesta, por ejemplo, en pueblos italianos de fines del Medioevo, y en Inglaterra desde fines del siglo XVII. Esto ha sido fundamental para el surgimiento de las identidades homosexuales modernas, que se han formado en gran parte en estas redes sociales amplias. En épocas más recientes, durante aproximadamente los últimos cien años, ha habido una serie de movimientos políticos de oposición explícita, organizados en torno a la sexualidad y a asuntos sexuales. El ejemplo clásico es el feminismo. Pero, además, las investigaciones históricas recientes han demostrado la existencia, desde mucho antes, de movimientos de reforma sexual que suelen estar estrechamente vinculados con campañas en favor de los derechos homosexuales: los movimientos modernos de gays y lesbianas tienen antecedentes que se remontan al siglo XIX en el caso de países como Alemania y Gran Bretaña (22).
Lo que con tanta confianza conocemos como “sexualidad” es, así, el producto de múltiples influencias e intervenciones sociales. No existe fuera de la historia, sino que es un producto histórico. A esto nos referimos cuando hablamos de la “construcción social” de la sexualidad.
Notas:
1.- Sue Cardedge y Joana Ryan (comps.), Sex and Love. New Thoughts on Old Contradictions . Londres, The Women's Press, 1983, p.1.
2.- Bronislaw Malinowski, Sex, Culture and Mith , op.cit., pp. 120 y 127.
3.- Lawrence Stone, The Family, Sex and Marriage in England 1500-1800, Londres, Weidenfeld & Nicolson1977, p. 15.
4.- Ellen Ross y Rayna Rapp, “Sex and Society: A Research Note from Social History and Antropology”, en Ann Snitow, Christine Stancell y Sharon Thompson (comps.), Desire: The politics of Sexuality , Londres, Virago, 1984. La edición para Estados Unidos fue publicada con el título Powers of Desire: The Politics of Sexuality , Nueva York, Monthly Review Press, 1983.
5.- Jeremy Cherfas y John Gribbin, The Redundant Male , Londres, The Bodley Head, 1984.
6.- Plummer, op. cit.
7.- Véase, por ejemplo, J.C. Messenger, “Sex and Repression in an Irish Folk Community”, en D.S. Marshall y R.C Suggs, Human Sexual Behavior: Variations across the Ethnographic Spectrum , Londres, Basic Books, 1971.
8.- Abdelwahab Bouhdiba, Sexuality in Islam, trad. Alan Sheridan, Londres, Routledge & Kegan Paul, 1985, pp. 159 y 200.
9.- Dennis Altman, The Homosexualization of America . The Americanization of the Homosexual, Nueva York, St. Martin 's Press, 1982. Para una evaluación del impacto del sida, véase cap. 5 del libro “Sexualidad” de Jeffrey Weeks.
10.- C. S. Ford y F. A. Beach, Patterns of Sexual Behavior , Londres, Methuen , 1965 (1ª. Ed. 1952). (Versión en castellano: Conducta Sexual , Barcelona, Fontanella, 1972.) Kinsey et al., op. cit . Véanse los comentarios en Michael Argyle y Monika Henderson en The Anatomy of Relationships , Londres, Heinemann, 1985, p. 159.
11.- F. Edholm, “The Unnatural Family”, en Elizabeth Whitelegg et al., The Changing Experience of Women , Oxford, Martin Robertson, 1982.
12.- Véase el resumen en Ford y beach, op. Cit.
13.- Bronislaw Malinowski, The Sexual Life of Savages, Londres, Routledge & Kegan Paul, 1929. (Versión en castellano: La vida sexual de los salvajes del noroeste de la Melanesia, Madrid, Morata, 1975.)
14.- Kenneth Plummer, “Sexual Diversity: a Sociological Perspective”, en K. Howells (comp.), Sexual Diversity, Oxford , Blackwell, 1984.
15.- Jean Renvoize, Incest: A Family History , Londres, Routledge & Kegan Paul, 1982.
16.- Marshall Sahlins, The Use and Abuse of Biology: An Antropological Critique of Sociobiology , Londres, Tavistock, 1976, p. 75.
17.- Para más detalles véase el análisis de Jeffrey Weeks, Sex, politics and Society: The Regulation of Sexuality Since 1800 , Harlow , Longman, 1981, cap. 4.
18.- Véase Diana Gittins, Fair Sex: Family Size and Structure 1900-1939 , Londres, Hurchinson, 1982.
19.- Véase Weeks, Coming Out, Homosexual Politics in Britain from the 19 th Century to the Present , Londres, Quartet, 1977.
20.- Kinsey et al, op. cit., p. 259.
22.- Angus McLaren, Reproductive Rituals , Londres, Methuen , 1984, p. 147, y Birth Control in Nineteenth Century England , Londres, Croom Helm, 1978, p. 390.
23.- Véase Jeffrey Weeks, Coming Out…

Este texto fue tomado del libro “Sexualidad” de Jeffrey Weeks, editorial Paidós, UNAM, México.
( y yo lo tomé de acá)

jueves, 29 de enero de 2009

No tan distintos


dos personajes polémicos, Nekro y Bayer.
acá va artículo publicado en el suplemento NO, diario Pagina 12, el jueves 7 de octubre de 1999, por Mariana Enriquez (lo saqué de acá).

("Miss Muerte" es otro nombre artístico que ¨Nekro¨, cantante de la disuelta banda punk Fun People, usó en su momento)

No tan distintos

Aunque se trate de dos generaciones distintas, lo que estos dos hombres representan tiene mucho en común. Aunque Bayer no tenga mucha idea del punk rock y el jovencito de los dreadlocks oxigenados recién esté iniciando su educación política. Por eso, y porque la tapa del último disco de Fun People mostraba a un personaje olvidado pero clave en la historia argentina de este siglo, el No reunió al venerable escritor y periodista con el hiperkinético cantante punk. Linda mezcla. Lindo diálogo.

La tapa del último disco de Fun People, The art (e) of romance tiene a Kurt Wilkens en la tapa. La historia de este buen hombre empieza en 1922, cuando en la Patagonia el teniente coronel Héctor Benigno (?) Varela se encargó, junto al regimiento décimo de caballería, de fusilar a los peones de las estancias sureñas, que estaban en huelga. Los obreros fueron enterrados en fosas comunes, de a montones. El gobierno radical no movió un dedo contra los asesinos. Años después Wilkens, anarquista alemán, decidió hacer justicia por mano propia y mató a Varela, con una bomba. La escena quedó inmortalizada en el comienzo de la película La Patagonia rebelde. Después, Wilkens fue asesinado cobardemente por uno de los subordinados de Varela, Millán Temperley, que le pegó un tiro mientras el vindicador dormía en su celda. Hasta ahí la historia.Nekro (ahora Miss Muerte), cantante de Fun People, encontró en la historia de este anarquista alemán la de un héroe. En realidad, lo había conocido gracias a los libros del escritor e historiador Osvaldo Bayer, autor de los cuatro tomos de La Patagonia Rebelde y director del guión de la película que se realizó en base a los hechos descriptos en la serie en 1974. Además de autor de varios libros más (una biografía de Severino Di Giovanni, Los Anarquistas Expropiadores, etc.), Bayer es guionista de El Vindicador, una película que Fun People tiene ganas de difundir (y que ya fue proyectada en uno de sus shows). Un buen día, Miss Muerte y Osvaldo Bayer se encontraron, intercambiaron ideas y, de paso, arreglaron para que Fun People toque alguna vez con otra banda que se acercó al escritor, Arbolito. Una posibilidad que queda pendiente. Ahí Bayer hablaría antes del show. Pero la extensa charla que les llevó casi toda una tarde porteña, con el No como testigo exclusivo, fue más o menos así:

Bayer: –¿Cuál es el tema dedicado a Wilkens?
Miss Muerte: –Se llama “One day” y dice “Un día seré honesto, un día seré libre como Wilkens lo hizo una vez”. La historia es así: nosotros fuimos en el año ‘97 de gira al sur y Emiliano Ron, un chico que trabaja con la banda tiene todos tus libros. Estaba leyendo El Vindicador, el tomo uno de La Patagonia Rebelde. El nos pasó todo y empecé a conocer a Wilkens. Cuando estábamos de gira, en cada pueblo que llegábamos, poníamos una bandera que decía “El Vindicador: Wilkens”. Como que el espíritu de él estaba vivo a través de nosotros. Al sacar el disco nuevo...
Bayer: –Yo lo recibí, con una carta. Pero justo me fui a Europa, y no tuve tiempo de agradecérselos y entrar en comunicación con ustedes.
Nekro: –Usamos la foto sin llamarlo...
Bayer: –Se habrá puesto feliz Wilkens. Estoy muy contento de que hayan rescatado esta figura, porque lo suyo fue una reacción contra la violencia. Fue una reacción de abajo. Y estas figuras que fueron maldecidas por la prensa oficial y por los organismos oficiales en su tiempo, hoy son rescatados por el pueblo. Lo que hacen ustedes con el conjunto es rescatar la historia. El viernes 8 inauguramos en Jaramillo el monumento a Facón Grande, a José Font, uno de los líderes huelguistas. Los sindicatos rurales patagónicos han erigido un monumento de dos metros cerca de la tumba masiva donde fue fusilado y donde descansan sus restos.
Nekro: –Hay muchos pibes que quieren ser como alguien, tener una guía. Yo encontré en Wilkens oxígeno, me sirvió, me encanta su romanticismo, el anarquismo y dar todo por la causa. Simplemente porque lo correcto era hacer eso, sin ningún interés personal.
Bayer: –La idea del altruismo, sí. Además el atentado de Wilkens fue muy celebrado y muy popular, porque él se jugó la vida. Lo hizo en una forma limpia, dado que no hubo ninguna otra víctima, y lo hizo de frente. Y justamente no había habido justicia con los fusilamientos. Wilkens esperó que actuara la justicia, pero la justicia se calló la boca. Luego el gobierno también se calló la boca. Y el Congreso terminó por rechazar elproyecto de una comisión investigadora. Y fue entonces cuando Wilkens dijo: Cuando no hay justicia de arriba, la justicia tiene que tomarla el pueblo. Si este hombre sigue viviendo, va a haber una segunda masacre de obreros. Y por eso él, que era un pacifista y un enemigo de las armas, toma esa determinación y hace el atentando contra el teniente coronel Varela.
–¿Quién estaba en el poder en ese momento, el Partido Radical?
–Sí, Yrigoyen. Dio la orden y si bien no ordenó fusilar a tantos obreros, le dio el bando de pena de muerte a Varela, que al parecer se extralimitó. Yrigoyen quería que fueran fusilados trece o catorce cabecillas anarquistas, y este hombre mandó a fusilar a centenares. Tanto es así que la Sociedad Rural le pidió que terminara de fusilar porque se iban a quedar sin obreros para la zafra...
Miss Muerte: –Mucha gente, nuestros fans, están preguntando por Wilkens, y cuando mandamos el disco al exterior para editar enviamos una explicación contando quién fue él. Cuando presentamos el disco en la Federación de Box, alquilamos un proyector y presentamos la película. El público de nosotros es muy perceptivo, y estuvo muy bueno. Te dabas cuenta de que la gente estaba compenetrada por el film: en la parte que Wilkens pega los tiros la gente gritaba ¡bien, aguante!. Y la mayoría de los chicos de nuestro público son muy chicos, y está bueno enseñarles.
Bayer: –El rock, como cualquier espacio, puede ser, si no combativo, ciertamente formativo. Traer a la luz las luchas del pueblo, expresarlas. Siempre fue una actitud del arte, de los cantores y de los músicos, cantarle a los héroes del pueblo, a los que realmente lucharon por el pueblo. Hay canciones de todo tipo en ese sentido, toda una especie de romancero desde la antigüedad. Por eso me parece muy lindo recordar a aquellos que desde la base lucharon por el pueblo. Y ya que la música de la juventud actual es el rock, creo que es una de las maneras de que los jóvenes tomen conciencia de la memoria de su país y de su sociedad. Más cuando se canta a los espíritus limpios, a los hombres y mujeres que sacrificaron sus vidas por los ideales de solidaridad. Otra cosa que noto, a partir de HIJOS y los escraches, es que hay una vuelta a ganar la calle, con la opinión y con la protesta, con la rebeldía. Son las armas más sanas y más democráticas del pueblo, las protestas. Vemos los resultados de esto que se llama democracia, pero que es una democracia totalmente anquilosada.
Miss Muerte: –Es lo único que el pueblo tiene. Yo lo veo desde mi lugar de hombre en desarrollo, de joven, y sé que no tenemos otra forma de expresarnos. La única manera que tengo de sentirme libre es tocando mi música, escribiendo, yendo a la calle. Yo no me siento representado por ninguno de los personajes que se postula en las elecciones. No estoy conforme con cómo están distribuidas las cosas... Que me toque ir a votar, me tiene despistado, desorientado, no sé qué hacer. Lo único que nos queda es salir a la calle, y juntarse con gente. Las condiciones no están dadas para que uno se pueda desarrollar como persona: si uno no tiene para comer o para pagar el alquiler, menos va a tener para comprarse un libro o ver una película, o tiempo para ir a una marcha o debatir con mis amigos. Es trabajar, volver a casa, comer, dormir, ir a trabajar y seguir haciendo lo que ellos quieren. No quiero que mi vida sea así.
Bayer: –Yo comprendo profundamente los problemas de la juventud. La recriminación que me hago como perteneciente a dos generaciones anteriores a la tuya, es lo poco que hemos hecho por brindarle un mundo mejor a la juventud actual. Yo digo siempre que pude estudiar filosofía en el edificio de la calle Viamonte, que era magnífico, solemne, con mármol de Carrara, donde uno se sentía como en un templo. Hoy yo enseño a los alumnos en la calle Puán, en la Facultad de Filosofía, en la ex fábrica de cigarrillos 43/70, con paredes descascaradas, sin ninguna comodidad. El aula magna del edificio de la calle Viamonte era con verdaderos sillones. Acá, hasta hace poco, uno se tenía que sentar en las butacas que sobraban de los cines que cerraron. Eso lo vemos en la vida diaria: la falta de oportunidades que tiene la juventud, lo dura y violenta que es la sociedad para con ellos.
Miss Muerte: –Eso refleja el poco interés de la gente.
Bayer: –Y lo vemos en la desocupación juvenil y en la explotación. Y en que todo se imponga. Hasta la forma de comer ha cambiado.M
Miss Muerte: –Sí, se impone lo que tienen que escuchar, o vestir. Otra de las cosas que me llevó a poner a Wilkens en la tapa es reivindicar la vuelta al romanticismo, y al comprometerse con algo. Por ejemplo, cuando yo estoy tocando y quiero hablar de algo, me molesta que los chicos no escuchen. A veces uno se siente frustrado, porque espera otra cosa. Lo importante es que se encuentran libros o historias como la de Wilkens que te impulsan a seguir adelante. Yo no sé qué idea tenés del punk rock...
Bayer: –...
Miss Muerte: –Bueno, pero nosotros tratamos de cambiar toda la historia de lo que es un concierto de punk rock. Aunque nos cueste el público. Como toda cosa que se difunde de una manera mainstream, los mensajes se confunden, y eso pasa con el punk, que no es empujarse uno encima del otro y eso. El pogo no es empujarse, es otra cosa, es estar juntos, tocarse, algo más de unión, hasta más sensual. A mí me molesta que en los conciertos estén todos los machos adelante y las chicas al costado, cuidándoles la ropa mientras ellos van al pogo. Me molesta por la conveniencia machista de ellos y el sometimiento de ellas. O, por ejemplo, nosotros somos de Campana. Y cuando tocábamos acá, las primeras veces, por ejemplo, pasaban cosas con mi pelo, que no es muy usual en la escena punk, con las rastas y eso. Me decían lavate la cabeza o volvete al campo. Otra cosa que pasa es que por cierto estilo de vestirse de algunas bandas de afuera, que tenían un estilo militar en la ropa, acá se mezcló un poco con la de la ultra derecha, corte militar. Y se pegó algo de eso, y quedó muy arraigado a la gente del hardcore de acá. Nosotros decidimos apartarnos de eso de entrada, tomar posición desde las letras, y hasta organizamos unas jornadas que se llaman “hardcore gay antifascista”. Ese tipo de conciertos fue muy bueno porque los tipos dejaron de ir, pensaron que éramos una manga de putos y se fueron. Es que buscamos no sólo otro tipo de público, sino otro tipo de mundo que no tenga que ver con la violencia, ni nada que tenga que ver con la derecha, la homofobia o el racismo.
Bayer: –En Alemania, donde yo vivo la mitad del año, los neonazis son una minoría absoluta. Los alemanes hacen estudios porque están muy preocupados por esto. Es una minoría, que reacciona ante la injusticia de estar desocupados y trata de hacer su propia interpretación de los hechos: acusan a los trabajadores extranjeros que también son víctimas, porque los patrones aceptan al extranjero porque le cobra la mitad, y no cumplen con las leyes sociales. Hay más fascismo en Italia y Francia, sin embargo, y eso se ve en la cantidad de votos. Los partidos neonazis en Alemania son menos del 2% y no tienen representación. Lo que es preocupante es que cuando hacen un atentado racista contra los turcos o los negros son muy brutales, queman casas o les dan palizas. Muchos han pagado con su vida. Pero son el resultado de un sistema que aísla a la gente y no le da satisfacción: muchos de los neonazis han estudiado, y después no consiguen trabajo. Lo mismo pasa acá, si uno se pone a pensar...
Miss Muerte: –El otro día estuve viendo un video sobre squats en Noruega, y la movida de ultraderecha de ahí, que se peleaban con los squatters y eso.
Bayer: –Yo escribí una vez una columna sobre La Sole, la chica argentina que estaba con squatters en Turín, y que murió en la cárcel. Realmente me dio mucha pena la muerte o el suicidio de ella, porque erauna protesta positiva, querían más habitaciones para la gente, tener un lugar donde vivir. Esas son las cosas que realmente son un problema en ciertos barrios europeos: las casas viejas se aggiornan y los alquileres son muy caros. En los barrios bohemios tradicionales, los intelectuales de clase media alta, que quieren vivir ahí, los acomodan, y los convierten en departamentos de lujo. Y se iban acabando las habitaciones para la bohemia que siempre existió allí. En Berlín hubo una gran reacción contra esto, y triunfaron, porque la intendencia de la ciudad tuvo que hacer planes de vivienda. Fue muy positivo el movimiento de los squatters.
Miss Muerte: –Acá hay una gran movida de eso, pero de inmigrantes que no tenían lugar dónde vivir. Yo viví así cuando vine de la provincia. Hay muchas casas deshabitadas, y hay gente que necesita el espacio. Tener un techo es un derecho humano natural. Y lo más natural sería que esas casas se las den para vivir. Pero lamentablemente, eso no sucede. Volvemos a lo mismo. Nadie se ocupa de la gente.
Ese muchacho Wilckens
”No fue venganza: yo no vi en Varela al insignificante oficial. No, él era todo en la Patagonia: gobierno, juez, verdugo y sepulturero. Intenté herir en él al ídolo desnudo de un sistema criminal. ¡Pero la venganza es indigna de un anarquista! El mañana, nuestro mañana, no afirma rencillas ni crímenes, ni mentiras: afirma vida, amor, ciencia. Trabajemos paraapresurar ese día.”La cita textual pertenece a Kurt Gustav Wilckens. Figura en el librillo de “The art (e) of romance”.“Wilckens es un personaje novelesco. La realidad tiene mucho más fantasía que la imaginación, que el género fantástico. Wilckens es un revolucionario de aquella época, de ideas libertarias, que tiene características muy propias. Ellos no creían en la nacionalidad: el verdadero revolucionario era aquel que renunciaba a todo sentido de la propiedad. Y Wilckens alcanza este punto cuando hace un viaje como estudiante a Estados Unidos. Allá se encontró con vagabundos noruegos, suecos y daneses que recorrían a pie el país y, cuando necesitaban dinero para comer, trabajaban en las cosechas. Es ahí en donde empezó a aprender las teorías de Tolstoi y se entusiasmó. Para él era una cosa absolutamente nueva: hasta entonces había hecho una vida totalmente burguesa. En Estados Unidos trabajó en una fábrica de conservas de pescado, donde los mejores trozos los ponían en latas muy lindas, para los almacenes de la burguesía, y los restos se colocaban en envases muy baratos, para el proletariado. Wilckens convenció a los trabajadores de la fábrica que hicieran al revés. En las latas de lujo ponían los restos y en las baratas el mejor pescado. Por supuesto, lo descubrieron y los echaron. Después se fue a trabajar a las minas y ahí también organizó una huelga. En un diario que está en los archivos de la policía de Buenos Aires lo llaman el rojo más peligroso del Oeste norteamericano. Al final, los norteamericanos lo metieron preso por alemán (ya se había declarado la Primera Guerra Mundial) y lo mandaron a un campo de concentración. Cuando termina la guerra, lo expulsan, vuelve a Alemania y renuncia a toda la fortuna que le correspondía y se embarca hacia la Argentina. Los anarquistas alemanes lo ponen en contacto con los anarquistas argentinos y ahí empieza la historia.”
Perfil de Wilckens, en palabras del mismo Bayer, en una entrevista publicada en el suplemento Radar, el 5 de octubre de 1997.

domingo, 25 de enero de 2009

si no puedo bailar tu revolución no me interesa


BAILANDO CON FEMINISTAS
Proyectil Fetal y FlowerPower

http://www.proyectilfetal.blogspot.com/
www.fotolog.com/proyectilfetal
proyectilfetal@gmail.com

by Alix Kates Shulman [Publicado en Women's Review of Books, Vol. IX, no. 3, Diciembre 1991.]

"Si no puedo bailar, tu revolución no me interesa” dijo Emma Goldman (1869-1940), heroína feminista, activista anarquista, editora, escritora, maestra, exconvicta y agitadora quilombera buscapleitos en general.

¿Lo dijo realmente? Quizás pronunció: “Si no puedo bailar no quiero ser parte de tu revolución” como quedó escrito en una remera con la cara de una Emma recatada vistiendo un sombrero de ala ancha. ¿O quizás lo que dijo fue “Si no puedo bailar no es mi revolución”, tal como aparece citado en 1983 en el "no sexista pero tradicional“ Hagadá de Pésaj[1]?

De hecho, aunque la idea sí es de Emma Goldman, sobre la que habló y actuó en consecuencia, ella no escribió ninguna de las citas anteriormente mencionadas; a pesar de que todas y cada una de estas versiones- y más aún- han aparecido en pins, posters, carteles, remeras, calcomanías, libros y artículos durante 20 años. Lo que sí realmente dijo en 1931 en su autobiografía Viviendo mi Vida (Living My Life) fue lo siguiente:

En los bailes yo era una de las incansables y de las más alegres. Una noche un primo de Sasha [Alexander Berkman], un jovencito, me hizo a un lado. Con cara seria, como si me fuese a avisar de la muerte de unx queridx compañerx de lucha, murmuró que no era apropiado que una agitadora como yo bailara. Ciertamente no con tanto desparpajo y relajo. Era indigno especialmente de alguien que estaba camino a convertirse en una poderosa fuerza dentro del movimiento anarquista. Mi frivolidad sólo podía dañar La Causa. Me enfurecí ante la impúdica interferencia del muchacho. Le dije que se metiera en sus asuntos, que estaba cansada de que se me enrostrara La Causa todo el tiempo. No creía que La Causa que representaba un hermoso ideal, el anarquismo, la liberación y la libertad, la emancipación de las convenciones y los prejuicios demandara la negación de la vida y el goce. Insistí que nuestra Causa no debía esperar que me hiciera monja, y que el movimiento no debía convertirse en un claustro. Si significaba eso, entonces no la quería. “Deseo libertad, y derecho a la auto- expresión, el derecho de cada unx a cosas bellas y radiantes”. El anarquismo significaba eso para mí, y lo viviría así a pesar de las prisiones, las persecuciones, de todo. Sí, incluso en contra de la condena de mis propixs compañerxs de lucha, yo viviría mi propio ideal. [Living My Life (New York: Knopf, 1934), p. 56]

Como quizás tenga, inadvertidamente e indirectamente, alguna responsabilidad sobre la extrapolación del texto auténtico a la familiar paráfrasis, quiero confesar y aclarar la cuestión. Esto fue lo que pasó. En algún momento a principios de 1973 recibí un llamado de un tal Jack Frager, un viejo anarquista que trabajaba en un centro anarquista de la calle Lafayette 339 en Lower Manhattan, EEUU.—un edificio donde aún hoy varios grupos radicales, incluyendo anarquistas y La Liga contra La Guerra ( The War Resisters League), tienen sede. Como muchxs activistas radicales del período anterior a las publicaciones de escritorio, Jack era un tipógrafo; y tuvo la idea original de recaudar fondos para La Causa imprimiendo remeras de Emma Goldman para pregonar en Central Park durante el multitudinario festival que celebraría el fin de la guerra de Vietnam. Tras haber escuchado hablar a lxs anarquistas del feminismo de Emma Goldman (después de años de oscuridad durante los cuales no se publicaron sus trabajos, Emma repentinamente volvería a ser el centro de atención del ojo público como heroína por la liberación de la mujer), Jack me estaba llamando, entonces, para pedirme ayuda.

Yo acababa de publicar dos libros sobre Emma: una biografía y una colección de ensayos, ambos con fotos de ella. Jack quería saber si yo sería tan amable de prestarle una de las fotos junto con una frase o eslogan para las remeras.

Encantada con la oportunidad de promocionar el lado feminista de Emma, particularmente entre aquellxs que se hallaban reacixs a compartirla con cualquier movimiento que no fuese estrictamente el anarquista, le ofrecí una linda foto de Emma sin sombrero y con gafas; y le di varias citas, incluído el párrafo del episodio del baile, que me parecía encarnaba su espíritu más feminista. ¿Le propondría la frase “libertad, el derecho a la auto-expresión y el derecho de cada unx a cosas hermosas y radiantes? Quizá. En gratitud, Jack me daría todas las remeras que quisiera, al costo.

Varios días después, cuando pasé a buscar las remeras, me sorprendió encontrar la historia del baile de Emma sucintamente abreviada en la remera- la primera (y más común) de las versiones del ahora famoso eslogan: “Si no puedo bailar no quiero ser parte de tu revolución”.

Busqué el texto de Emma para hallar, en vano, la cita. Pero Jack estaba tan contento y Emma lucía tan animada en rojo y negro sobre remeras de todos los colores, que no tuve valor para cuestionarle el tema del eslogan en nombre de la verdad académica. Después de todo, la cita apócrifa iba a aparecer en una remera que no requiere las mismas normas de precisión que los libros, las contratapas, las reseñas. El sentimiento era el de una Emma de pura cepa.


Pero la historia (y la moda) explotó en esos hambrientos días de feminismo y el eslogan en la remera original pronto se dispersó y fue copiado y difundido por el mundo entero, a veces sin siquiera la corroboración de la frase “original” que fue cambiando a modo de Teléfono Descompuesto[2], a tal punto que las livianas libertades que Jack se había tomado respecto a la cita volaron y se diseminaron hasta alcanzar el reino de los mitos.

Cuando les regalé a todxs mis amigxs las remeras que me correspondían-incluso la mía propia- que ya estaba muy usada y harapienta- me compré otra. La nueva remera, adquirida en una librería, tenía una nueva imagen de Emma Goldman, esta vez con su sombrerito de alitas, y una nueva versión de la legendaria frase- incluso una diferente de aquella que a veces aparece en los pins.

De todas formas, si no podés usar lo que te viene en gana, ¿quién va a querer ser parte de tu revolución?

[1] La Hagadá de Pésaj es uno de los textos más íntimamente ligados a todas aquellas costumbres, tradiciones y sentimientos que conforman y reflejan la esencia misma del judaísmo. Y le dirás a tu hijo ese día: “Es a causa de lo que hizo conmigo el Eterno, cuando salí de Egipto” (Éxodo 13) Este versículo da origen y justificación a la Hagadá, el relato de la liberación del pueblo de Israel y el cual constituye el punto crucial de la festividad de Pésaj. La palabra Hagadá posee en hebreo el doble significado de “narración” y “leyenda”. Sin embargo, narración y leyenda no son conceptos incompatibles ni excluyentes. Narración sugiere relato verídico y exacto. Pero leyenda va más allá de lo que es la verdad simple y franca para elevarnos al nivel de la moraleja y de la enseñanza. Y de ese modo, nos hace ver lo que hay oculto y detrás de la mera descripción de los hechos y de los acontecimientos. Por otro lado la palabra Pésaj está llena de numerosos significados y diversas interpretaciones, y mucho se puede decir acerca de ella. En hebreo quiere decir “Pascua”, y se refiere en particular a la “Pascua de los Panes sin Levadura”. Pero en su sentido literal la palabra Pésaj significa “pasar por alto”, y en este caso se refiere a la protección que brindó Dios a los hogares de los israelitas, en vísperas de su liberación, salvándolos de todo peligro. Pésaj también significa “cordero”, en alusión al sacrificio ritual llevado a cabo antes de la salida de Egipto, que señaló la compenetración espiritual del Pueblo de Israel con el Todopoderoso. Por medio del simbolismo de este importante sacrificio, el Pueblo de Israel ligó a Dios eternamente su existencia y su destino. La palabra Pésaj es también sinónimo de la “salida de Egipto”. También del “fin de la servidumbre” y del “nacimiento de una nación”. Pero además, y sobre todas las cosas, Pésaj significa “libertad”. Libertad que por obra de Dios llegó a un mundo sin esperanzas, que se hallaba para aquel entonces sumido en la idolatría, en la ignorancia y en la esclavitud.<>
[2] Teléfono Descompuesto es un juego sencillo y no competitivo, el cual es jugado generalmente por niños y niñas. En este juego los varios participantes se divierten al escuchar como un mensaje se va distorsionando