Es claro, no estoy con el campo de los pool de siembra o de los latifundistas. Los cacerolazos o los mujerazos me dan nauseas. No estoy con "el pueblo" que manejan los D'Elía o los Perssico. Ni siquiera creo en tal abstracción a estas alturas. No creo en las fronteras ni me siento identificada con algo llamado "país", menos que menos "patria". No tengo plan de transición alguno y no pretendo llegar a las masas con alguna pintoresca consigna que me permita dirigirlas hacia algún lado. Hago otras cosas, claro. Socavo otros cimientos. Pero no me siento cómoda en la indiferencia. Porque la polarización social y el rancio aroma de la derecha que asoma con fuerza no nos puede dejar indiferentes. Como tampoco otro montón de cosas que están pasando en este mismo instante, por las cuales hay todavía algunas personas que agitan y se mueven.
Muchas décadas atrás, hubo una posición que se mantuvo férrea ante el fenómeno del peronismo: ni gorilas ni peronistas, ellxs se decían "anarquistas". Pero hubo un problema: al recluírse en los márgenes cada vez más acotados de acción que les permitía el nuevo engranaje estatal , se desarmaron por completo, literal y políticamente. Por suerte, nos quedaron algunas premisas básicas que nos legaron otrxs anarquistas: que no hay Estado bueno.Que todo nacionalismo, sea que se invoque por izquierda o por derecha, es un mal y que hay que combatirlo. Que no basta comprender la estructura o la mecánica de la revolución o de lo que se pretende cambiar, porque con las mejores intenciones y en nombre de la libertad del "hombre" es posible generar los sistemas autoritarios más perfectos. La Polla Records nos enseñó cosas tales como el título de este post. Y también los post-estructuralistas nos dejaron dichas algunas cosas: que las barricadas son múltiples, que el Estado no es una esencia sino el efecto de un régimen de gubernamentabilidad sobre las vidas, los cuerpos, pero que, aún así, el sufrimiento de los seres vivos nunca puede ser un mudo residuo de la política (y eso último lo dijo Foucault, furioso antihumanista).
Y a mí esos ríos de leche (sacadas de vacas prisioneras, no está de más decirlo) corriendo, mientras el hambre no es una cifra falseada del INDEC, me sacó de mi mutismo...
Por eso, a las barricadas, con los cuerpos, con las mentes, con todos los sentidos.
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