viernes, 14 de noviembre de 2008

el otro lado




(Y cosas sobre el oficio de ser periodista precarizadx acá: http://leomiau76.blogspot.com/)

Fabián Polosecki, el periodista peor copiado
por Pablo Sirvén

Fabián Polosecki, el recordado profesional que todos quisieron y no pudieron ser

Hubo algo tan devastador como el tren que, por decisión propia, le pasó por arriba de su vida, el 3 de diciembre de 1996: todos los que luego, de una u otra manera, se abocaron, con discutible aplicación, a copiar sólo la carcasa de su mejor artefacto televisivo -"El otro lado", ATC, 1993/94-, al tiempo que traicionaban y trituraban profundamente sus contenidos y maneras hasta convertirse en perfectas antítesis de su romántico ideario.Para Fabián Polosecki, a quien sólo le obsesionaba "mostrar lo extraordinario de la cotidianidad", la intención, claro, pasaba por "otro lado". Su foco, apenas (o, mejor dicho, nada menos), estaba puesto en el cuerpo y en el entorno del otro, casi sin intervenir en él. Pretendía entender las cosas tal cual se presentaban, sin impostar un énfasis propio a la búsqueda de sacar la mejor tajada. Procuraba no distorsionar las cargas internas de temas, personajes y situaciones. Zancadillas y canchereadas no formaban parte de su código.Los que vinieron después, por el contrario, sólo se entusiasmaron epidérmicamente con algunas de sus formas de narrar y con el quiebre del lugar impersonal de periodista, en teoría aséptico, que hasta la llegada de "Polo" más o menos tenía lugar. Con un cigarrillo humeando entre los dedos o en la boca, antes que Jorge Lanata; serio, flaco, con campera oscura, manos en los bolsillos deambulaba por la ciudad nocturna antes que Gastón Pauls, interiorizándose de mundos y submundos invisibles antes que Juan Castro; tocando casi sin querer crispaciones que luego industrializarían para la TV los "Puntodoc", los Graña y todos los demás que heredaron,voluntaria o involuntariamente, partículas ínfimas de su irrepetible estilo."Como entrevistador -explicaba su método Polosecki once años atrás en el Festival Latinoamericano de Video, que tuvo lugar en Rosario-, soy una especie de monosilábico balbuceante que a veces ni siquiera termina de hacer una pregunta, que simplemente trata de mantener una suerte de canal de comunicación para que sea el otro el que hable."En la misma época en que comenzaban a despuntar las delatoras cámaras ocultas, que inauguró el cuestionable espionaje periodístico, y reinaba la "bloopermanía", que producía situaciones risueñas a partir de engaños burlones a víctimas desprevenidas e indefensas, el hallazgo de Polosecki fue no tentarse con esos excesos tan a la mano y, en cambio, defender a ultranza la naturalidad para detenerse en un paisaje, sin interferirlo ni trastocarlo. Creía equivocadamente que por eso hacía "una suerte de antiperiodismo" porque no lograba ni quería engancharse con la actualidad y sus especialistas que todo lo explican. "Cuando alguien formula sus opiniones para convencer es mortal", decía este periodista que creía encontrar más miga en los silencios y en los detalles mínimos hasta que la "verdad", en el momento menos pensado, se abriera paso, sin necesidad de preguntas altisonantes, siempre yendo tranquilo, de los bordes hacia el centro de cada cuestión.En la imposible confluencia entre "Radiolandia 2000" y "Fierro" -las dos redacciones bien antagónicas que más frecuentó, una dedicada a chimentos de la farándula; la otra, a comics de vanguardia- se gestó su personaje televisivo, el mismo que aporreaba con dos dedos a una Olivetti; el mismo que entrevistaba indistintamente a ladrones, payasos, agentes de bolsa, recolectores de basura, empresarios, prostitutas, estibadores del puerto o buscadores de oro sin excitarse, sin provocarlos y sin juzgarlos.Al principio de cada emisión de "El otro lado" se lo escuchaba decir en off: "Un día, no sé cómo, todos los jefes de redacción se dieron cuenta al mismo tiempo de que podían arreglarse sin mí. Ahora escribo historietas absurdas sobre historias verdaderas. No me va mucho mejor, pero se conoce gente".Hasta anoche, y desde el martes último, el Núcleo Audiovisual Buenos Aires organizó en la sala Enrique Muiño del Centro Cultural General San Martín una retrospectiva de cinco programas de Polosecki, seguidos de disertaciones de comunicólogos y de integrantes de aquellas producciones.Un público más que entusiasta y juvenil desbordó cada día las mencionadas instalaciones, algo parecido a lo que sucedió en 2001, en ocasión de un ciclo similar del Museo de Arte Moderno.Quizá cansados de tanto amarillismo cool y de las ediciones crispadas de los apocalípticos periodísticos actuales, las nuevas generaciones, que tenían poca edad o directamente no lo conocieron cuando estaba en el aire, ahora se fascinan con este cronista apacible de oficios varios, que nos reconcilia con el perdido encanto de lo llano, tan ajeno a la dictadura del apuro estridente y manipulador.Para todos ellos, y también para quienes lo extrañan, hay otra buena noticia: los periodistas Ignacio Portela y Hugo Montero tienen listo un libro de próxima edición sobre el creador de "El otro lado" y "El visitante" (ATC, 1995) que se llamará "Polo: el buscador" y que la revista cultural "Sudestada", de la que forman parte, anticipa con sustanciosos fragmentos en el número que está en la calle."La gran contribución de Polo al periodismo -escribió en «Un ojo avizor» el autor Pablo De Santis, que fue su amigo y colaborador- fue su programa, y sin embargo no pudo evitar cierto rencor con la televisión, como si creyera, por superstición, que hubo algo maligno en la exposición que mantuvo durante esos tres años. Se empezó a vincular en exceso con los entrevistados; se dejó atrapar por las voces ajenas. Sospechaba que la verdad de su vida estaba en otra parte.

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