jueves, 22 de noviembre de 2007

hagamos algo entonces...


Foucault decía en 1975 que aún “queda por estudiar de qué cuerpo tiene necesitad la sociedad actual”. Por suerte, ya se le han añadido varios capítulos no sólo al proyecto interminado e interminable de la historia de la sexualidad y las cartografías de las sociedades disciplinarias y de control, sino también a los caminos esbozados en sus últimos artículos y entrevistas. En esta entrevista de 1975 a la que hice referencia, Foucault cita algunos de los contraefectos de la “sublevación del cuerpo sexual”: la explotación económica de la erotización o el control bajo la forma de la estimulación: desnúdate, pero sé bronceadx, hermosx, delgadx…

Recién termino de leer un artículo muy interesante, del cual les dejo algunas partes:

“El cuerpo contemporáneo revela su impureza en un sentido completamente novedoso: su falta consiste en ser imperfecto y finito. Por ser orgánico, demasiado orgánico, está fatalmente condenado a la degradación y a la obsolescencia.”

Prácticas neo-ascéticas: “las nuevas formas de ascetismo que se desarrollan entre nosotros mantienen una relación compleja y directa, aunque aparentemente contradictoria, con las prácticas hedonistas del consumismo y el imperio de las sensaciones”.

“En el contexto contemporáneo, ‘cuidar de sí’ dejó de remitir a la preservación de costumbres y valores burgueses –una preocupación constante en lo que atañe al enriquecimiento del alma, los sentimientos y las cualidades morales- para canalizar sus ceremonias hacia el cuidado del cuerpo físico.”

“Si en los viejos tiempos protagonizados por la subjetividad ‘sentimental’, hechizados por el ideal del amor romántico y aceitados por el dispositivo de la sexualidad, los sufrimientos individuales sangraban como deseos insatisfechos que se estrellaban contra las rígidas normas sociales; hoy, en pleno declive de la ‘interioridad psicológica’ y de todo aquel paradigma subjetivo, muchas aflicciones parecen emanar de la inadecuación corporal. Por eso, el nuevo cuidado de sí exige grandes dosis de disciplina y fuerza de voluntad, y la moralización consecuente llega a ser implacable al juzgar a aquellos que no logran adecuarse: los indolentes, los incapaces, los débiles.”

“Esos dos extremos del drama corporal contemporáneo parecen tocarse hoy en día, parodiando al capitalismo contemporáneo como una fabulosa máquina de producción de exceso y falta al mismo tiempo. Así, muy bien delimitados en términos socioculturales y económicos, el fantasma del hambre y el fantasma de la gordura horrorizan a los sujetos contemporáneos de modos bastante diferentes e inclusive contradictorios (y, tal vez, probablemente complementarios). En ambos casos, aunque de forma perversamente distinta, se impone el mismo sacrificio: no comer.”

“No obstante, hay quien vislumbre nuevas modalidades de ‘resistencia’ en estas formas típicamente contemporáneas de ayuno voluntario. Posiciones de ese tipo suelen brotar de una vertiente bien delimitada: cierto feminismo académico estadounidense, particularmente sensible a la posibilidad de politizar la anorexia, por ejemplo. Los argumentos más habituales procuran probar que esa capacidad de mortificar y ‘controlar’ el propio cuerpo equivaldría a utilizar la última ciudadela de la autonomía para inscribir en ella un mensaje de oposición. El cuerpo flagelado sería, según esta perspectiva, un campo propicio para ejercer la resistencia política cuando ya no restan otras formas de hacerlo, así como en otros tiempos y espacios habría ocurrido con santos, faquires y huelguistas. Algunos autores reivindican incluso el parentesco entre estos comportamientos y otros tipos de resistencias femeninas a la opresiva cultura patriarcal a lo largo de nuestra historia, como es el caso de santas, brujas e histéricas. A pesar de mostrar algunas aristas interesantes del problema, las explicaciones de este tipo no terminan de convencer. Entre otros motivos, porque no parece clara la frontera entre el ‘control del propio cuerpo’ y la falta total de control de estos casos, al defender una resistencia mortal del dudoso valor político. En vez de un desafío a las tiránicas reglas vigentes, la estrategia del hambre parece expresar una obediencia excesiva a tales dictámenes; inclusive por abdicar, en ese gesto fatal, de toda posibilidad de hacer realmente algo.”

Paula Sibilia, Pureza y sacrificio. Nuevos ascetismos por el “cuerpo perfecto” (en revista "Artefacto" 6)

Michel Foucault: "Poder-cuerpo" (en Microfísica del poder)

2 comentarios:

Martin dijo...

Me parece que lo de “aparentemente contradictorio” se resuelve entendiendo a los mismos cuerpos como objetos de consumo: deben satisfacer, - y estimular- el apetito del consumidor.

¿Cuándo fue escrito ese artículo?

Una cosita. Si todavía no comiste pegate una vueltita por acá, y vas a ver lo que un troglodita medievaloide opina de Foucault. Acordate: andá con el estómago vacío.

punk luddita dijo...

ay! ya había visto alguna vez el blog del tomista desagradable ese...pero lo de foucault! esa gente no se merece siquiera un comentario.

y el artículo es de ahora, de la última revista artefacto.