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Intervencion
http://www.youtube.com/watch?v=3v26Xd1NjDE
ningun orgullo gay
rara rabia ardiente
http://proyectilfetal.blogspot.com
Un blog para deshacerse una y otra vez. Registro de cosas leídas, vistas, escuchadas o meditadas. (Tout ceci doit être considérê comme dit pour un personnage de roman –ou plutôt par plusieurs. Roland Barthes)
(…) la confesión se convirtió, en Occidente, en una de las técnicas más altamente valoradas para producir lo verdadero. Desde entonces hemos llegado a ser una sociedad singularmente confesante. La confesión difundió hasta muy lejos sus efectos: en la justicia, en la pedagogía, en las relaciones amorosas, en el orden de lo más cotidiano, en los ritos más solemnes; se confiesan los crímenes, los pecados, los pensamientos y deseos, el pasado y los sueños, la infancia; se confiesan las enfermedades y las miserias; la gente se esfuerza en decir con la mayor exactitud lo más difícil de decir, y se confiesa en público y en privado, a padres, educadores, médicos, seres amados; y en el placer o la pena, uno se hace a sí mismo confesiones imposibles de hacer a otro, y con ellas escribe libros. La gente confiesa –o es forzada a confesar. Cuando la confesión no es espontánea ni impuesta por algún imperativo interior, se la arranca; se la descubre en el alma, o se la arranca al cuerpo. Desde la Edad Media, la tortura la acompaña como una sombra y la sostiene cuando se esquiva: negras mellizas. La más desarmada ternura, así como el más sangriento de los poderes, necesitan la confesión. El hombre, en Occidente, ha llegado a ser un animal de confesión.
Despentes, un grito punk en el mundo bienpensante de la mujer emnacipada. Una nueva amiga que les presento (todavía no leí más que la intro...). Acá tienen parte de la introducción en cuestión:
Escribo desde la fealdad, y para las feas, las viejas, las camioneras, las frígidas, las mal folladas, las infollables, las histéricas, las taradas, todas las excluidas del gran mercado de la buena chica. Y empiezo por aquí para que las cosas queden claras: no me disculpo de nada, ni vengo a quejarme. No cambiaría mi lugar por ningún otro, porque ser Virginie Despentes me parece un asunto más interesante que ningún otro.
Me parece formidable que haya también mujeres a las que les guste seducir, que sepan seducir, y otras que sepan casarse, que haya mujeres que huelan a sexo y otras a la merienda de los niños que salen del colegio. Formidable que las haya muy dulces, otras contentas en su feminidad, que las haya jóvenes, muy guapas, otras coquetas y radiantes. Francamente, me alegro por todas a las que les convienen las cosas tal y como son. Lo digo sin la menor ironía. Simplemente, yo no formo parte de ellas. Seguramente yo no escribiría lo que escribo si fuera guapa, tan guapa como para cambiar la actitud de todos los hombres con los que me cruzo. Yo hablo como proletaria de la feminidad: desde aquí hablé hasta ahora y desde aquí vuelvo a empezar hoy. Cuando estaba en el paro no sentía vergüenza alguna de ser una paria, sólo rabia. Siento lo mismo como mujer: no siento ninguna vergüenza de no ser una tía buena. Sin embargo, como chica por la que los hombres se interesan poco estoy rabiosa, mientras todos me explican que ni siquiera debería estar ahí. Pero siempre hemos existido. Aunque nunca se habla de nosotras en las novelas de hombres, que sólo imaginan mujeres con las que querrían acostarse. Siempre hemos existido, pero nunca hemos hablado. Incluso hoy que las mujeres publican muchas novelas, raramente encontramos personajes femeninos cuyo aspecto físico sea desagradable o mediocre, incapaces de amar a los hombres o de ser amadas. Por el contrario, a las heroínas de la literatura contemporánea les gustan los hombres, los encuentran fácilmente, se acuestan con ellos en dos capítulos, se corren en cuatro líneas y a todas les gusta el sexo. La figura de la pringada de la feminidad me resulta más que simpática: es esencial. Del mismo modo que la figura del perdedor social, económico o político. Prefiero los que no consiguen lo que quieren, por la buena y simple razón de que yo misma tampoco lo logro. Y porque, en general, el humor y la invención están de nuestro lado. Cuando no se tiene lo que hay que tener para chulearse, se es a menudo más creativo. Yo, como chica, soy más bien King Kong que Kate Moss. Yo soy ese tipo de mujer con la que no se casan, con la que no tienen hijos, hablo de mi lugar como mujer siempre excesiva, demasiado agresiva, demasiado ruidosa, demasiado gorda, demasiado brutal, demasiado hirsuta, demasiado viril, me dicen. Son, sin embargo, mis cualidades viriles las que hacen de mí algo distinto de un caso social entre otros. Todo lo que me gusta de mi vida, todo lo que me ha salvado, lo debo a mi virilidad.
Así que escribo aquí como mujer incapaz de llamar la atención masculina, de satisfacer el deseo masculino y de contentarme con un lugar en la sombra. Escribo desde aquí, como mujer poco seductora pero ambiciosa, atraída por el dinero que gano yo misma, atraída por el poder de hacer y de rechazar, atraída por la ciudad más que por el interior, siempre excitada por las experiencias e incapaz de contentarme con la narración que otros me harán de ellas. No me interesa ponérsela dura a hombres que no me hacen soñar. Nunca me ha parecido evidente que las chicas seductoras se lo pasen tan bien. Siempre me he sentido fea, pero tanto mejor porque esto me ha servido para librarme de una vida de mierda junto a tíos amables que nunca me habrían llevado más allá de la puerta de mi casa. Me alegro de lo que soy, de cómo soy, más deseante que deseable. Escribo desde aquí, desde las invendibles, las torcidas, las que llevan la cabeza rapada, las que no saben vestirse, las que tienen miedo de oler mal, las que tienen los dientes podridos, las que no saben cómo montárselo, ésas a las que los hombres no les hacen regalos, ésas que follarían con cualquiera que quisiera hacérselo con ellas, las más zorras, las putitas, las mujeres que siempre tienen el coño seco, las que tienen tripa, las que querrían ser hombres, las que se creen hombres, las que sueñan con ser actrices porno, a las que les dan igual los hombres pero a las que sus amigas interesan, las que tienen el culo gordo, las que tienen vello duro y negro que no se depilan, las mujeres brutales, ruidosas, las que lo rompen todo cuando pasan, a las que no les gustan las perfumerías, las que llevan los labios demasiado rojos, las que están demasiado mal hechas como para poder vestirse como perritas calentonas pero que se mueren de ganas, las que quieren vestirse como hombres y llevar barba por la calle, las que quieren enseñarlo todo, las que son púdicas porque están acomplejadas, las que no saben decir que no, a las que se encierra para poder domesticarlas, las que dan miedo, las que dan pena, las que no dan ganas, las que tienen la piel flácida, la cara llena de arrugas, las que sueñan con hacerse un lifting, una liposucción, con cambiar de nariz pero que no tienen dinero para hacerlo, las que están desgastadas, las que no tienen a nadie que las proteja excepto ellas mismas, las que no saben proteger, esas a las que sus hijos les dan igual, esas a las que les gusta beber en los bares hasta caerse al suelo, las que no saben guardar las apariencias; pero también escribo para los hombres que no tienen ganas de proteger, para los que querrían hacerlo pero no saben cómo, los que no saben pelearse, los que lloran con facilidad, los que no son ambiciosos, ni competitivos, los que no la tienen grande, ni son agresivos, los que tienen miedo, los que son tímidos, vulnerables, los que prefieren ocuparse de la casa que ir a trabajar, los que son delicados, calvos, demasiado pobres como para gustar, los que tienen ganas de que les den por el culo, los que no quieren que nadie cuente con ellos, los que tienen miedo por la noche cuando están solos.
Traducción de Beatriz Preciado.
Te escribo este texto para encontrarte entre la muchedumbre, pero también porque me ayuda a pensarme. Me he sentido sola en la masa del partido, perdida en la falta de posiciones comprometidas del movimiento, incluso alguna vez he deseado no haber nacido ante la indiferencia de quienes creía, por lógica y afecto, estaban a mi lado. La realidad me duele, pero soy mucho más que desesperación y lágrimas. Intento ser parte de algo que está en formación, sin dogmas, sin canon. Mi identidad está en constante devenir, un mundo nuevo palpita en mi corazón, estoy viva. Me repiten que las instituciones son históricas, que la voluntad por sí sola no produce el cambio. Pero mi espontaneidad me demuestra que la pasión individual enciende la mecha”, así comienza la misiva que la Colectiva D-Género Proyectil Fetal (PF) lanzó hace unos meses al ciberespacio para invitar a uno de sus encuentros: “Té Anarco Queer-Ningún Orgullo Gay, Rara Rabia Ardiente”, convocaban.
Estas activistas –que no militantes, “militancia es un anagrama de limitancia”, dirá una de ellas, que se apoda Alex– se reconocen como el producto de un devenir constante, como una contingencia que muta de acuerdo con la configuración particular que asume el grupo en cada momento.
¿Sus influencias? La anarquista Emma Goldman; el filósofo Michel Foucault (a quien “la teoría queer le debe la vida”, señala Kirian, otra de las integrantes de PF); el filósofo alemán Friedrich Nietzsche; la escritora chicana Gloria Anzaldúa, que se nombró queer (rara) antes de que la teoría –-sobre sexualidades y géneros que se escapan de la norma heterosexual y patriarcal– se dispersara primero en el Norte y luego en el Sur; Evaristo, el cantante de la Polla Records (“PF es punk”, asumen); obviamente, la norteamericana Judith Butler –precursora de la Teoría Queer–, y, la preferida, Beatriz Preciado, filósofa transgénero, autora del Manifiesto contra-sexual, que fue aclamado en Europa como “el nuevo libro rojo de la teoría queer”.
Lo suyo, dicen, es producir un cruce particular entre anarquismo y Teoría Queer –que básicamente dice que la sexualidad de las personas es el resultado de una construcción cultural, y que por lo tanto no hay determinación biológica alguna para definir la identidad de género–, y a eso sumarle compromiso vital. “Sólo porque puedo cuestionármelo todo, sólo porque soy consciente de mi propio cuestionamiento, sólo por eso puedo levantarme cada mañana”, afirma enfática Alex.
Desde que nació PF, hace aproximadamente un año, sus integrantes han optado por diferentes vertientes para darles cauce a sus acciones. Por un lado está la producción teórica y las traducciones de textos (todo disponible en http://proyectilfetal.blogspot.com), escriben un fanzine (El látigo de Emma) que se distribuye básicamente en circuitos recitaleros, realizan intervenciones poéticas en los escenarios en donde tocan sus bandas amigas, pintan esténciles, también participan en actividades por la liberación de Romina Tejerina y Karina Germano López (su padre fue desaparecido durante la dictadura militar y ella ahora está presa, acusada de participar en el secuestro de un empresario en Brasil, desde donde fue extraditada) y además promueven la promiscuidad sexual como una forma de programar el deseo.
La programación del deseo, una idea tomada de Preciado, implica “desnaturalizar determinadas prácticas que se toman por obvias”, intenta explicar Kirian. “Si me dijeron, o siempre creí, que me gustaban las personas de determinadas características y con ellas querría tener determinadas prácticas para alcanzar placer, ¿por qué no puedo probar otra cosa?”, pregunta retóricamente. “Con corporalidades diferentes” –-ejemplifica Alex–, ¿por qué no me pueden gustar las travestis como objeto de deseo?”
Esta programación a conciencia estaría dada por la acción de desmontar ciertas construcciones culturales, el “amor romántico” por ejemplo, para dar lugar a relaciones sexuales básicamente no reproductivistas: “prácticas sadomasoquistas o masturbación en grupo”, ilustra Alex, pero advierte: “Nosotras no estamos abogando por la liberación sexual, sino por la programación del deseo. El deseo, a diferencia de lo que cree Butler, no es algo inconsciente, sino construido culturalmente”.
Uno de los lemas de PF es “Iniciativa, Afinidad y Organización”. A partir de estos tres conceptos, dicen las chicas, es posible producir las alquimias más rebeldes, aquellas capaces de socavar los cimientos de lo instituido, que de eso se trata. “Primero nos juntamos por afinidad y también por la angustia de nuestras experiencias previas de activismo, de las que nos estábamos alejando”, rememora Kirian.
Beatriz Preciado, una de las musas de esta colectiva, sostiene: “Es biomujer la asignada mujer al nacer. Y es tecnomujer la que se asigna mujer a sí misma, usando técnicas para ello”. Así las cosas, las integrantes de PF, llegadas al planeta como biomujeres, prefieren habitar un espacio transfronterizo, allí donde los límites entre varón y mujer se difuminan, allí donde es factible que circulen –en palabras de Preciado– “multitudes queer”.
Si bien el grupo comenzó con una prédica marcadamente feminista y participaron de distintos encuentros de mujeres (incluso fueron organizadoras del Encuentro Regional de Mujeres Anarquistas realizado en febrero en Buenos Aires), hoy no están dispuestas a formar parte de grupos en donde lo mujeril predomine, “somos profundamente antiesencialistas”, asumen. “El feminismo que se ve hoy en la Argentina lo único que ha hecho de un tiempo a esta parte es fortalecer a las instituciones. Al Estado hay que debilitarlo, no fortalecerlo, porque normaliza, y nosotras no queremos ser normales”, acicatean.
Allí donde muchos y muchas ven a víctimas y victimarios, dominadas y dominadores, las PF encuentran un escenario más complejo en el que la dominación no se dirime en forma maniquea entre dos bloques. En todo caso, lo que hay son “sobrevivientes” y “cuerpos resistentes”. “No ver una simple víctima a la que hay que consolar y cuidar, te permite trabajar con todas aquellas personas que fueron objeto de violencia restableciendo su propia seguridad”, señalan.
El próximo domingo tendrá lugar una actividad organizada por esta colectiva anarco-queer. Se proyectarán dos cortos sobre travestis (Enérgico movimiento de la voluntad, de Luján Montes, y El teje, de Fernández y Gurpegui) y se trabajará un texto de El eje del mal es heterosexual, un libro –que se puede bajar de Internet– que es un popurrí de textos que promueven las prácticas queer feministas, escriben: los y las intersex, los y las trans, las lesbianas butch, las lesbianas femme, los S/M y los osos, entre otros. “Atrevete a lo poco claro, atrevete a querer lo raro”, incitan en la invitación que distribuyen por mail.
Ese lugar de “rareza” que ocupan socialmente las y los travestis es para PF una invalorable fuente de inspiración para la lucha social, “ponen en evidencia todo lo que a nosotras nos interesa. Las travestis son hoy dinamizadoras de cambio, incluso sin saber que lo son”. Otra de las cuestiones que reivindican las muchachas queer es el ocio liso y llano para que se extienda por la pampa húmeda y más allá. “Hay que abolir el trabajo, el trabajo no dignifica, Perón no tenía razón”, afirma con cierta ironía Kirian. “¿No ha dado muestras el devenir histórico de lo que hace el trabajo sobre los cuerpos de quienes trabajan?”, continúa Alex. “Hace mal, hay que buscar otro camino, trabajar lo mínimo indispensable para conseguir los bienes materiales necesarios para la subsistencia, y el resto del tiempo dedicarlo al arte, la literatura, la música, la sexualidad y la amistad”, propone. En la Colectiva d-Género Proyectil Fetal no hay individualidades, es el grupo contingente lo que prima a cada instante. “Nuestra trascendencia personal está puesta en otro lado”, aclaran las dos que acudieron a la cita con Las12. “Proyectil Fetal no es de nadie, y esperemos que siga siendo sin nosotras, porque es un arma de cuestionamiento de todo.”
El domingo 15 de junio a las 18. Proyectil Fetal proyecta Travesti, dos cortos y charla debate sobre El eje del mal es heterosexual, de Traficantes de Sueños. La cita es en Brasil 1551.
“La vida es lenta y el hombre no sabe apenas jugarla. Las posibilidades de alcanzar al ser susceptible de ayudar a jugarla, de otorgarle todo su sentido, se pierden en la carta astral. ¿Quién me acompaña, quién me precede una vez más esta noche?”
Bretón, El amor loco.
La burguesía podrá hacer saltar en pedazos su mundo antes de abandonar el escenario de la historia. Pero nosotrxs llevamos un mundo nuevo dentro de nosotrxs, y ese mundo crece a cada instante. Está creciendo mientras yo hablo con usted.