acá está el numero 1 de otro fanzine amigo,
lastamos dando zine...
subo texto que pueden leer ahí...
No quiero verme tan igual a ese ideal/ otra etiqueta más, otra careta/ que me haga anular, que me haga anular/tiempo de riñas, tiempo de riñas hay
No Demuestra Interés, Riñas
Cuando decimos que somos anarquistas o feministas o punxs o lo que sea, sinceramente deseamos hacer algo más que estar repitiendo un slogan o colgarnos un cartel. No porque creamos que estamos inventando o viviendo algo completamente nuevo: como dice Judith Butler, mi posición es mía en la medida en que yo repito, resignifico y hago “mías” las posiciones teóricas y prácticas que me preceden y que me han hecho ser lo que soy -sea para cambiarlas de cuajo, sea para hacerlas carne. Así, tomamos lo mejor de aquellxs que estuvieron antes que nosotrxs y tratamos de poner al día algunas de sus experiencias: por eso existen los fanzines, el DIY, la música, los libros, las acciones que nos planteamos para cambiar lo que nos rodea.
El horizonte en el que actuamos –que incluye, en una más que rápida y hasta superficial enumeración, al capitalismo, los modos de reproducción de la fuerza de trabajo, las distintas tecnologías que producen los modos normales y patológicos de gestionar placeres y saberes o la mismísima heteronormatividad (la regla que rige las relaciones entre los dos sexos consideradas “normales”)- ese horizonte está ahí como una posibilidad constitutiva de nuestra capacidad de actuar. Y de hacerlo saltar en pedazos también. Y esa es siempre una capacidad creativa, que excede en mucho a los programas o a las ideas preconcebidas que podamos tener de lo que debe (ría) ser la revolución que buscamos forjar. Por eso la necesidad de autocrítica, para cambiarnos y hacernos mejores, más creativos, más fuertes. Para vencer eso que se filtra todo el tiempo en nuestras relaciones, entre cada punto de nuestros cuerpos: relaciones de poder, de dominación, muy nocivas y que no son la pura y simple proyección de la estructura o del poder estatal o del mercado. Porque para que todo este engranaje nefasto funcione así como funciona se hace necesario que entre cada unx de nosotrxs circulen y se establezcan unas relaciones de dominación muy específicas, que actúan a veces solapadamente, incluso cuando creemos que nos estamos oponiendo al sistema.
Cuando en nombre de la idea que tenemos rechazamos sin escuchar a otrx que no hace exactamente lo que nos parece que es lo correcto, no sólo anulamos la opinión de esx otrx, sino que nos anulamos por completo, nos quedamos tras el slogan, incapacitadxs para escuchar aquello que nos critica o que nos muestra un camino diferente o una nueva manera de intentar entender la realidad. ¿Eso significa ser tolerante o políticamente correctx con cualquiera? No creo: me parece que todxs sabemos cuando hay cuestiones intolerables, es obvio que no vamos a respetar ninguna forma de autoritarismo o de fanatismo ideológico (Proyectil Fetal dijo por algún lado que tolerancia no es respeto y respeto no es revolución). Lo que trato de decir es otra cosa: muchas veces quienes se dicen anarquistas o feministas o punxs o lo que sea tienen mucho miedo de analizar algunas cuestiones (que son tomadas como si fueran obvias e incuestionables) y de aceptar puntos de vista diferentes. Pareciera que hay un manual de estilo al que todxs debemos ajustarnos y del que no se puede escapar. Parece que la diversidad asusta un poco.
Sabe dios que no existe cuanto camino hubo y habrá que recorrer para que algunxs –como las mujeres, los pueblos racializados, las minorías sexuales, sólo por poner ejemplos conocidos por todxs- podamos hablar con voz propia. Ya es hora de que podamos escucharnos todxs. Mi experiencia y mi inexperiencia me autorizan a hablar: pongo el cuerpo hasta la última consecuencia para que se escuche mi voz. Pero también me sé callar cuando es el turno de escuchar a otrx que considero interlocutorx válidx. Porque su experiencia o inexperiencia también cuentan a la hora no sólo de leernos en un foro o en un fanzine sino también cuando necesitamos encontrar afinidad para pensar y actuar en conjunto. Como ya lo dijo mejor que yo la queridísima Emma Goldman (siempre citada, pocas veces leída): La pequeñez separa, el aliento une, seamos amplixs y grandes. Para eso estamos llamadxs. Ya es hora de empezar a encontrarnos. Ojalá que ese mundo que, según Durruti, crece a cada instante en nuestros corazones sea cada vez más amplio y diverso.