“ese río que –vos lo sabés bien- nunca llegará a ser mar”*
No, un único hecho no puede explicarlo todo. Pero un único hecho sí puede obturar lo suficiente como para aislarnos limpiamente de nuestros propios y anteriores días. Siempre hacia adelante, sin saber verdaderamente hacia dónde, pero sin mirar atrás. Ni siquiera dolorosa esa mirada hacia la infancia, sino imposible. Siempre hacia adelante, sin nostalgia y sin ira. Tan desarmada, tan impedida. Eso que me amordazaba, lo misteriosamente prohibido.
No una retórica de víctima, ya lo he dicho. Sólo que me he puesto a andar, tras los pasos perdidos. Hacia atrás. El tiempo como un río. Hacia atrás, sin nostalgia y sin ira. Pero todo mío el tiempo, las palabras y los ríos. “Lo que hizo de mí”, lo que de mí yo hice, los ojos que vuelven tras los pasos abriendo camino a poderosos caudales. La infancia y su perfume, sus texturas y colores, sus sonidos viejos.
[1] Virginia Woolf, Las olas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario