Un problema fundamental del feminismo actual es el de la pérdida de su sujeto de emancipación: La Mujer, claro está. Un marxista, Eagleton dice: “Tan pronto la mujer se convirtió en un sujeto autónomo, en un sentido más razonable que caricaturesco del término, el posmodernismo se pone a decontruir la completa categoría”. La gran pregunta es acerca del sujeto y “los cuerpos del feminismo” (ese es el nombre de un artículo esclarecedor al respecto de Josefina Fernández). El feminismo de los años ’70 fue incisivo al preguntarse: ¿Quién o qué es una mujer? De las múltiples respuestas y de los entrecruzamientos posibles se dispararon prácticas divergentes y posibilidades concretas en el avance del movimiento. En nuestro ámbito local, esta problemática se instaló en el año 2000, en el marco de un encuentro nacional feminista, cuando un sector del activismo propuso la incorporación de las feministas travestis al mencionado encuentro. A raíz del rechazo de estos cuerpos inadecuados para el encuentro, éste pasó a denominarse “encuentro nacional de mujeres”, dejando en claro que hay ciertos cuerpos habilitados para ser mujeres y otros que no. Como dice Laqueur, el cuerpo femenino es siempre “problemático e inestable”. Y no se trata solamente de que haya “cuerpos que importan” y cuerpos que no, sino que “el cuerpo es obtenido”, como decía la canción de Joy Division y no se sabe cómo.
Un segundo gran eje de problemas actuales lo constituye justamente el cuerpo. Los cuerpos. Eagleton denuncia: “los cuerpos son una manera de hablar acerca de los sujetos humanos sin volverse estúpidamente humanistas, evitando esa sucia interioridad que hacía que Michel Foucault trepara las paredes”. Dice Foucault, retomando al Nietzsche de La Gaya Ciencia: “pensamos en todo caso que el cuerpo, por su lado, no tiene más leyes que las de su fisiología y escapa a la historia. De nuevo un error; el cuerpo está aprisionado en una serie de regímenes que lo atraviesan; está roto por los ritmos de trabajo, el reposo y las fiestas; está intoxicado por venenos –alimentos o valores, hábitos alimentarios- y, por leyes morales, todo junto; se proporciona resistencias”. Interesante la observación de Butler en Deshacer el género, donde dice que “en parte estamos constituidos políticamente en virtud de la vulnerabilidad social de nuestros cuerpos. (…) somos a la vez públicamente asertivos y vulnerables”. Invariablemente, dice Butler, el cuerpo tiene una dimensión pública, “es a través del cuerpo que el género y la sexualidad se exponen a otros, que se implican en los procesos sociales, que son inscritos por las normas culturales y aprehendidos en sus significados sociales”. Esta característica general de los cuerpos no oscurece, claro está, la especial vulnerabilidad que se despliega y exacerba bajo determinadas condiciones sociales y políticas. La vulnerabilidad y precariedad de las vidas a ser llevadas adelante con estos cuerpos y la posibilidad de agencia de estos cuerpos nos ancla firmemente en el terreno de la transformación social.
Un segundo gran eje de problemas actuales lo constituye justamente el cuerpo. Los cuerpos. Eagleton denuncia: “los cuerpos son una manera de hablar acerca de los sujetos humanos sin volverse estúpidamente humanistas, evitando esa sucia interioridad que hacía que Michel Foucault trepara las paredes”. Dice Foucault, retomando al Nietzsche de La Gaya Ciencia: “pensamos en todo caso que el cuerpo, por su lado, no tiene más leyes que las de su fisiología y escapa a la historia. De nuevo un error; el cuerpo está aprisionado en una serie de regímenes que lo atraviesan; está roto por los ritmos de trabajo, el reposo y las fiestas; está intoxicado por venenos –alimentos o valores, hábitos alimentarios- y, por leyes morales, todo junto; se proporciona resistencias”. Interesante la observación de Butler en Deshacer el género, donde dice que “en parte estamos constituidos políticamente en virtud de la vulnerabilidad social de nuestros cuerpos. (…) somos a la vez públicamente asertivos y vulnerables”. Invariablemente, dice Butler, el cuerpo tiene una dimensión pública, “es a través del cuerpo que el género y la sexualidad se exponen a otros, que se implican en los procesos sociales, que son inscritos por las normas culturales y aprehendidos en sus significados sociales”. Esta característica general de los cuerpos no oscurece, claro está, la especial vulnerabilidad que se despliega y exacerba bajo determinadas condiciones sociales y políticas. La vulnerabilidad y precariedad de las vidas a ser llevadas adelante con estos cuerpos y la posibilidad de agencia de estos cuerpos nos ancla firmemente en el terreno de la transformación social.
Algunos libros para leer y estar y no estar de acuerdo:
Eagleton, Terry: Las ilusiones del posmodernismo; Laqueur, Thomas: La construcción del sexo. Cuerpo y género desde los griegos hasta Freud; Foucault, Michel: Microfísica del poder; Butler, Judith: Deshacer el género
14 comentarios:
¿Y Bourdieu?
No creo que haya dudas de que el cuerpo sea atravesado, remodelado, resignificado por la historia. Pero en definitiva creo que los dos grandes condicionantes, los dos grandes determinantes sociológicos son (siguen siendo) los roles masculino y femenino. Aún no han sido superados. Toda expresión de género se mira a través de ese mismo prisma. La sexualidad es banalizada y encasillada (y si hay algo en la naturaleza humana no encasillable, no asible... es la sexualidad). Hay una falsa apertura, una cerrazón en la apertura, que no es más que pura mojigatería. El camino a ser tu propio cuerpo es más tortuoso que nunca. Ésa es la verdadera sensibilidad posmoderna: ser un troglodita obtuso disfrazado de open minded -al menos en lo discursivo. Ya no hay una oposición entre sexualidad y trabajo, o deseo y producción. Hoy se produce deseo, la sexualidad se compra sobre un mostrador. Creo que ése es el verdadero problema: la sexualidad tiene marca. Placer es consumo, deseo es éxito. El cuerpo es arrastrado por jinetes ciegos. Si no parece haber identidades posibles, ¿cómo vivir, cómo darle sentido al cuerpo? Pobre Eros...
A la problemática del cuerpo hay que brindarle su destino lógico, la tumba. En algún sentido existe un retroceso metafísico, se transforma al cuerpo en un ente translucido que gana “corporalidad” cuando es atravesado o inscripto (términos contradictorios entre si) por la práctica 1, la norma 325 y el consumo 584. Y la suma de todo eso es “la sociedad”, por que 1 + 325 + 584 es 910 que es más o menos la sociedad de hoy en día. Pero en algún momento hay que reconocer una diferencia biológica, por que existen hombres y mujeres y la sociedad es machista, “falocéntrica”, pelotuda y explotadora.
Entonces ya no se puede obviar esa problemática porque tanto en el machismo como en el feminismo predomina ese componente biológico que sirve como sustrato predeterminante a cualquier discusión. Vuelta a cero. Y ahí es cuando me digo: “Tengo que releer El Capital”.
Dolmancé: Bourdieu te lo debo para la próxima. En este momento hay mucho ruido al respecto: estoy leyendo a una francesa (Bouercier se llama) crítica de su "dominación masculina" y no quiero escribir influenciada.
Estoy preparando algo más sustancioso sobre este tema que la mera recolección de citas (algo q me encanta, de todo modos). Pero dos cosas respecto a lo que decís:
Los roles "varón" y "mujer" me gusta entenderlos como dos categorías políticas. No lo inventé yo, es la formulación de Monique Wittig para leer eso que se "heteronormatividad" compulsiva. Como tales, no se trata de la superación de categorías o de la denuncia de su insustancialidad como identidades.
Y la banalización y falsa apertura (lo que quedó de la "liberación sexual" setentista?) me parece que todavía se puede leer bajo los presupuestos metodológicos del pimer tomo de la Historia de la sexualidad de Foucault: estamos interrogando nuestra verdad como sujetos desde hace más de un siglo en torno al sexo, la sexualidad, el deseo, el placer, el cuerpo...sea que nos sintamos reprimidos o liberados respecto de esa verdad, o vendidos como carne sobre el mostrador, lo que se nos escapa por todos lados es ese complejo dispositivo, irónico hasta lo inimaginable.
Hugh, a vos te debo para el próximo post la discusión "biológica".
Lau: No se si hay una discusión biológica, no en mi, por lo menos. Si encuentro contradictorio que los teóricos del cuerpo (y aquí insisto en que nada se puede pensar desde “el cuerpo”) terminen cayendo en un sesgo biológico. Cito a Martín: “No creo que haya dudas de que el cuerpo sea atravesado, remodelado, resignificado por la historia. Pero en definitiva creo que los dos grandes condicionantes, los dos grandes determinantes sociológicos son (siguen siendo) los roles masculino y femenino.” Metafísica pura. ¿Qué lugar ocupa la historia, los hombres, las mujeres? En todo caso ¿Qué es la historia, qué son los hombres y las mujeres? Hay dudas, y muchas, demasiadas. No se habla más de Sujeto, Sujetos pero si de cuerpos, de hombres, de mujeres, de hombres que no lo son, de mujeres que no lo son. Y todo esto como si Hombres y Mujeres debieran “Ser en si” (Sólo es “re-significado” aquello que tienen “un significado”). Si hombres y mujeres son categorías políticas necesariamente son sujetos históricos capases de transformar su realidad y con ello hacer historia (siempre sobre unas condiciones determinadas). Hay una diferencia de grado entre decir “en la historia” y “por la historia”. En el primer caso estamos hablando de seres concretos, históricamente situados (entonces podemos hablar de la sexualidad en Grecia, en el medioevo o en nuestros días, sin caer en la farsa del “discurso biologisista”) . En el segundo caso estamos haciendo metafísica pura: lo único que atraviesa a los cuerpo son las balas o los sables, difícilmente la historia. “El cuerpo” es una trampa teórica sin salida, quienes se sitúan en el terminan oscilando entre la metafísica y el biologisismo.
Creo que no entiendo hasta el final tu punto, hugh. No veo donde hablar de cuerpos adecuados e inadecuados (para hacer la historia, porque de eso se trata) termina necesariamente en metafísica pura. Que la metafísica pueda ser un derrotero posible, no quiere decir que ese sea excluyente (y no sólo porq exista el "problema del biologicismo"). En mi caso, pienso que es de una materialidad aplastante el hecho de que los sujetos o cuerpos que conocemos como hombres y mujeres estén habilitados para tales o cuales cosas y para otras no, por ponerlo en términos pueriles. No sé, pero desde el tiempo que conozco a Lohana Berkins(ella es una de las travestis feministas que dio la lucha por el encuentro que relato en el post) o, más recientemente, desde que conocí a Mauro Cabral (activista y teórico intersex), ciertos conceptos y ciertas cuestiones que me parecían que debían quedar relegadas como lujos teóricos, devaneos intelectuales y otras yerbas, me parecen más acuciantes que nunca. No veo ninguna metafísica en esos cuerpos, ningún lirismo en esas luchas. Veo la posibilidad de hacer historia.
sí hugh, hay hombres y hay mujeres. quizá quedó confuso cuando usé la palabra "roles", que era un término de tintxo. hay cuerpos, hay anatomías, hay sujetos. cuando me referí a la "cuestión biológica" pensaba en un esencialismo de tipo biologicista que es el núcleo duro del sexismo y también de ciertos feminismos. eso, nada más. después habrá post sobre eso. promesa.
Tom:
Con atravesar, si se quiere, me refiero (no tanto metafísicamente, sino tal vez metafóricamente) a un a-través-del-ser. Léase: condicionantes históricos (políticos, culturales, económicos.. cosas que “vienen de afuera” y “nos anteceden”) que atravesaron, atraviesan y atravesarán cuerpos humanos en tanto carne y huesos a través del paso del tiempo. Pongámonos concretos. Atrevámonos. Seamos traviesos.
Para dar un ejemplo diré que si un par mío nacido en el mil quinientos le hubiese tocado el culo a una señora de alcurnia (nótese que hablamos de seres concretos, históricamente situados), hubiera recibido unos tantos azotes por la espalda. No es el mismo caso que si yo hago lo propio con una señorita en un subte B atestado (nuevamente, coordenadas precisas en la historia). A lo sumo recibiré gritos o un débil cachetazo. Lo que hace quinientos años demorara mucho en sanar –y no completamente- hoy llevaría 15 minutos.
Simplemente eso.
Lo que antes recaía sobre el cuerpo… digamos, desgarrando tejidos, hoy recae sobre el cuerpo de otra manera: enrojeciendo mejillas. Pongo mi atención en cómo se articula eso con la cuestión de género propiamente dicha y subrayada.
Aunque creo que en la diversidad está la diversión, y por lo tanto no abogo por la abolición de las diferencias biológicas (zás!), cabe aclarar que estos condicionantes siguen hoy por hoy, sí: penetrando, atravesando, moldeando, y perforando cuerpos con la eficacia de balas o sables. Ya no necesito metáforas: Infibulaciones, circuncisiones, abortos sépticos… y esas cositas que, no sé, seré de la vieja escuela, pero… creo que están en la cultura. Decir otra cosa sería caer en esencialismos. Y el sexismo es el esencialismo más popular.
Encuentro algunos problemas en considerar los roles de género como categorías políticas sin más. Tal vez, como digo, no hay que abogar por la abolición de las diferencias biológicas, sin concentrarnos en abolir (mejor que superar) los condicionantes de género. Que tener pitito no determine a priori cómo debas vivir tu vida. Hay desigual acceso a la educación, al trabajo, a la salud… Estos condicionantes deben haber tenido alguna utilidad (no metafórica, no metafísica: utilidad material pura y dura) en algún remoto lugar en el espacio/tiempo. Pero hoy (con hoy me refiero a las sociedades occidentales modernas y urbanas, con algún par de hospitales, universidades, y banda ancha) ya son más lastre que otra cosa. ¿mesplico?
Te cedo que lo de “por la historia” fue un abuso. Pero te pregunto: eliminar la categoría de cuerpo… ¿a qué te lleva? En mi mapa, si borro “cuerpo” todos los caminos conducen a la metafísica. De Aristóteles a Platón por colectora.
no se, digo.
no entendí lo de "tom"
Es un personaje de un libro de John Steinbeck, "las uvas de la ira". ¿No? supongo que es el alter ego de Hugh.
No lo leí, ni tampoco leí "of mice and men", que también parece interesante. Pero en las "uvas de la ira" una mujer le da da mamar a un tipo para que no se muera de hambre.
Fuerte.
Lau: El cuerpo puede ser tomado como elemento de análisis más o menos figurado. Digo más o menos figurado porque difícilmente encontremos algo que podamos llamar “el cuerpo”. Entonces ahí la pregunta es ¿El cuerpo de quien? ¿De una modelo? ¿Un travesti? ¿El policía de transito? ¿Un obrero metalúrgico? El problema esta en la conceptualización, en el intento de conceptualizar “el cuerpo”. En ese intento se cae en un pozo metafísico, en la búsqueda de una esencia fundante que tiene, contradictoriamente, un origen biológico. La lógica que impera para hablar de adecuado o inadecuado es, ni más ni menos, que la función reproductiva. Tengo dudas: La primera tienen que ver con cierta mirada universalista ¿Se esta haciendo abstracción de las condiciones sociales, políticas, culturales y económicas cuando se habla de “los cuerpos”? ¿ El-Los cuerpos, son idénticos “más allá”, “en”, “dentro de” una “clasificación”, de una “identidad”? ¿Se puede hablar de “heterosexualidad” “homosexualidad” “travestismo” como si formaran identidades? La segunda duda que tengo tiene que ver con el “objeto”. Porque en cierto punto veo que ya no se habla del “cuerpo” sino de la sexualidad, de la practica sexual. Entonces se dice: “Hay practicas sexuales que están condenadas”. Mi respuesta es clara: no, no las hay. Lo que si hay es sectores sociales cuyas practicas sexuales están condenadas, que es otra cosa distinta. Ahí entramos en otro terreno, en un terreno en donde el objeto ya no es “el cuerpo”.
Bueno, hablar del “cuerpo” es una moda que ya vienen durando unos años, dentro de 10 años, seguramente, ya no se hablara tanto del cuerpo, como apenas nombramos hoy las “estructuras” de Althusser. Simplemente me detengo en una crítica, en un análisis pobretón, de las deficiencias teóricas de la conceptualización del cuerpo y en sus caminos sin salida. No en sus conclusiones políticas, que comparto.
Che, es raro interactuar con ustedes de esta forma. Cuando los tres nos encontramos de casualidad en la casa de alguno compartimos ironías con Lau (que no sabe comportarse en sociedad y siempre se burla maliciosamente de alguien), y charlas amenas con Hugh, mientras le mangueo puchos. Ahora somos Hope Sandoval, Tom Joad, y Dolmancé, y hay como una distancia forzada. Aún así, es muy interesante este debate.
Me parece muy válida la observación de Tom Joad; sin embargo no veo tanto problema en conceptualizar cuerpo para analizar las relaciones que hay entre el sustrato biológico de los seres humanos y su contexto cultural desde una perspectiva histórica. Creo fervientemente que el análisis de clase tiene que estar presente. Así como también la cuestión cultural y política. Si, ceteris paribus, obviamos un par de variables, no creo que se puedan sacar conclusiones demasiado útiles. Pero el devenir histórico deja su impronta en los cuerpos humanos. Hay configuraciones, estilizaciones, cambios que son propios de un tiempo, un lugar y una cultura.
Y sobre la cuestión: existen condicionantes, moldes culturales, maneras preconcebidas de moverse, de vestirse, de desnudarse, de agacharse, de caminar... etc, que ejercen una fuerza nada despreciable sobre los cuerpos reales de hombres y mujeres. Me dirás: no es lo mismo para explotadores que para explotados, y te diré que no, claro. Pero hay roles construidos socialmente de los que es difícil salir y que determinan la forma de relacionarnos. No sólo para producir nuestros medios de vida, sino también para vivir.
El materialismo histórico, al respecto, está lleno de baches.
Más que baches tenemos el gran cañon del colorado. Pero las ideas persisten, afortunadamente. Y tal vez estaría bueno darle una buena re lectura al Capital, para jorobar, al menos. Insisto en que mi análisis es pobretón. Esas dudas que expongo en algún momento las desarrollé con vistas a una elaboración crítica más profunda, pero ahora solo me quedó el fantasma dando vueltas. Ahora las vuelvo a expresar para que Lau, que ejerce esa entrañable influencia sobre mi, me permita pensar, re pensar esas posturas. Es raro, pero mi escritura es “corporal” hasta el hartazgo y el vómito. Estos extraños Kioscos sirven para algo. Esto sirve para algo. Y que algo sirva ya es demasiado. Guardemos la gratuidad para las promociones del Super.
No hay imposibilidad, desde ciertos enfoques, en hablar de cuerpos de manera no universal -el peligro biologicista que atisba joad- y lo que él mismo denomina "sectores sociales", en la definición clásica del marxismo. Es largo de desarrollar, pero el amigo dolmancé aporta en ese sentido. Hablar de cuerpos -repito, desde ciertos enfoques y no desde otros- no exime de las condiciones de clase, género, etnia o las que se te ocurra enumerar.
Y respecto a las "modas intelectuales",estamos de acuerdo que existen, pero en mi caso, no es una simple avidez por lo nuevo (retomo la idea de Judith Butler acerca de la necesariedad política del uso crítico de categorías que sabemos no siempre estables y no exentas de problemas), sino una cuestión política. Teresa De Lauretis nos recuerda el valor epistemológico y el valor político de los conceptos. Y se cuestiona qué pasa cuando un concepto, deviene un límite u obstáculo para la lucha, sobre todo cuando nos entrampa en los mismos términos de aquello que buscamos combatir. Ese es el cuidado que hay que tener con ciertos conceptos y categorías, más allá de modas y jergas.
Sigo debiendo un post serio sobre este tema, pero ando ocupada escribiendo otras cosas.
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